miércoles, 4 de julio de 2012

vision y conduccion y vision y deporte


VISION Y DEPORTE. JUEGOS DE PELOTA

El tenis, squash, beisbol o el cricket, son los deportes donde se pone a prueba de forma más radical el sistema visu-motor. La velocidad de la pelota supone un reto para la visión. En la mayoría de casos, la pelota nos alcanza en un máximo de 500 mseg y debemos detectarla, ver el movimiento que sigue y desplazarnos,  ajustando nuestro movimiento,  para contestar con un golpe preciso.

Otros deportes como el futbol o el rugby, tienen que interceptar una pelota, lo cual implica estar en el sitio adecuado de la forma adecuada, es decir, correr hasta donde pensamos que irá la pelota y llegar con el brazo en la posición correcta para cogerla sin que se nos caiga o con la pierna para cortar un pase al contrario.

El primer punto a tener en cuenta, es el hecho de que todo deporte, como en este caso, deportes de pelota, donde es necesario “identificar” un objeto móvil, será imprescindible que la visión del deportista sea la mejor posible. Esto que parece algo obvio, resulta que en la práctica no lo es tanto. Es necesario partir de la base de que un deportista debe revisar su visión y que en caso de alteraciones en la refracción, se corrija, se neutralice, la posible ametropía, además de recomendar el tipo de gafas (materiales y tipos de monturas), lentillas o incluso valorar la cirugía refractiva (podéis encontrar más información en nuestra página web de Area Oftalmologica Avanzada,  Quiero saber más de … Corrigiendo la visión imperfecta).
En un lanzamiento como en el RUGBI, la pelota de sigue una parábola en la que se debe calcular la aceleración de esta y el recorrido que describe. Chapman en 1968, propuso que para llegar al punto adecuado en el momento preciso, el ángulo de elevación de la pelota durante el vuelo “α”, con respecto al jugador que corre tras ella, debe ser aquel en el que la aceleración de la tangente de “α”, debe ser igual a cero (ver figura). Este ajuste lo hacemos con los estímulos que envía la cabeza al levantarla y girarla para buscar la pelota, junto al seguimiento con la mirada de la curva que describe la pelota en la parábola de vuelo, la rapidez con que se nos aproxima (tangente de α). A esto debemos añadir el hecho de que la pelota no suele volar verticalmente respecto al que corre, es decir hay que ajustar la parábola a un desplazamiento lateral, mecanismos de ajuste independientes y obviamente relacionados (McLeod 2006).



El punto clave en la recepción de la pelota es el ajuste preciso del contacto, base para poder cogerla correctamente y que no se escape. Para este ajuste fino el sistema visual se vale de dos mecanismos, la expansión radial de la pelota en la retina (tiempo de colisión) y la disparidad de la pelota en la visión binocular, en la estereopsis, durante la aproximación en los últimos 20 m. Los dos mecanismos nos ofrecen información para el ajuste fino del tiempo y punto de llegada de la pelota (Regan y Gray, 2000).

Los estudios realizados con diferentes deportes muestran que la expansión retiniana es más útil en aquellos deportes que utilizan pelotas grandes, como el futbol, mientras que si la pelota es pequeña como en el ping-pong, la disparidad binocular será más útil.

          
En el TENIS o el BEISBOL, Savelsbergh y Whiting (1996), demostraron que tras las señales que podemos obtener  del jugador que saca o lanza la pelota, el paso siguiente para cogerla o contestar con una raqueta o bate, es la información visual que tenemos en los 450 mseg previos al contacto, a partir de este tiempo la precisión de la respuesta se irá reduciendo, con un tiempo límite de 125 mseg, a partir del cual ya no podemos variar la respuesta que teníamos prevista, ya no podemos rectificar el movimiento programado.

Recordemos que en un saque de tenis o en un lanzamiento de beisbol, incluso en el cricket, la pelota tarde un máximo de 500 mseg en llegar, y a la velocidad que viaja solo podemos hacer una máximo de dos movimientos oculares sacádicos y,  mucho menos movimientos de seguimiento fino. Por eso es importante intuir el tipo de saque que hará y predecir donde se encontrará la pelota para, en una o dos sacadas, dirigir la mirada a ese punto  cercano a nosotros, donde ya nos hemos movido para ir a contestar. Sólo tenemos tiempo de ajustar el movimiento de captura donde pensamos irá la pelota (ver figura),  por eso los entrenamientos en estos deportes deben ir encaminados a estudiar los movimientos del contrario  para intuir el tipo de saque, la visu-motricidad para ir a por la pelota y el ajuste visual fino: tiempo de colisión y disparidad binocular, para confirmar la llegada de la pelota en ese punto y colocar la mano o la raqueta de forma precisa (Lopez Moliner, 2007).


La anticipación es básica y lo vemos con especial intensidad en el SCUASH, donde la pelota, además de ir muy rápida, rebota en varias paredes. El jugador debe realizar una estrategia de respuesta muy sofisticada. En estudios realizados  con un sistema de eye-tracker, vemos como tras el saque, cuando la pelota rebota en la pared y se dirige a la segunda pared (ver figura), el jugador que contesta, pasa de fijar la pelota en la primera pared a localizarla  en la mitad del recorrido a la segunda pared, mediante una sacada y de aquí, con una nueva sacada, busca la pelota en lo que será la mitad de la distancia desde la segunda pared a la raqueta, punto en que se realiza un seguimiento más fino, basado en la expansión retiniana de la pelota y en la disparidad binocular. Se aprecia como en la mayor parte del movimiento de la pelota, no la vemos, tan solo la intentamos localizar en puntos donde presuponemos que deberá estar (McKinney, 2008).


Durante las sacadas no vemos, por eso debemos aprovechar la sacada durante la trayectoria de la pelota en la fase que “no pasa nada”. En la mayoría de deportes de pelota, hay un repertorio limitado de lanzamientos, de trayectorias definidas y predecibles, por ello es importante intuir que tipo de lanzamiento realizarán, así una vez sale la pelota, despreciamos el recorrido en la fase intermedia, ya que sólo podemos hacer una sacada en la que invertimos  140 – 200 mseg, es decir, solo podemos ir a buscar la pelota en un punto próximo a nosotros, donde tan solo podremos confirmar la dirección de ésta y ajustar el control visu-motor fino para impactarla.

La fisiología de la percepción visual determina que dejemos de ver la pelota durante la mayor parte de su trayectoria, aunque esto no supone la imposibilidad de poder contestar un saque o batear correctamente. Es necesario utilizar otros mecanismos, como la intuición de la trayectoria.

No es recomendable intentar hacer un seguimiento de la pelota en toda su trayectoria ya que el seguimiento fino tarda demasiado tiempo, 100 mseg para ponerse en marcha y tiene un límite sobre la velocidad  del objeto que se desplaza, no más allá de 40 km/h, cuando la pelota de tenis viaja a más de 200 km/h, lo cual supone perderla totalmente, sin tiempo para establecer una sacada de búsqueda efectiva que localice la pelota nuevamente. Por eso no es efectiva la recomendación de muchos entrenadores  de insistir en “mirar bien la pelota”, es simplemente imposible, hay que intuir dónde estará cuando nos llegue e ir a buscarla, es lo que se denomina “jugar en la zona”. Hay que entrenar los tipos de lanzamientos y la sacada rápida de búsqueda de la pelota en un punto cercano para, entonces sí, seguirla de forma más precisa en la fase final previa al contacto.

En el TENIS tenemos además el bote de la pelota. El jugador que responde establece la dirección y tiempo de llegada de la pelota según información visual en el golpe que realiza el contrincante, prevé donde botará la pelota y realiza una sacada para ir a buscar el punto de bote y entonces seguir la pelota con un movimiento de ajuste fino, según la información de expansión retiniana y disparidad binocular. Los estudios realizados demuestran que “saber leer” el tipo de lanzamiento, es la pieza clave para una buena respuesta (Muller y  Abernethy, 2006).

En otros deportes donde el lanzamiento de una pelota debe ser muy preciso, como el golf, básquet, dardos, etc, el proceso visu-motor es diferente. En la primera fase es básico calcular la dirección y la distancia. El jugador se toma unos segundos en procesar esta información, siendo crucial los 350 mseg previos al lanzamiento (Vickers, 2002). El ajuste del tiro debe compaginarse con la visión de la pelota. En el golf debemos combinar la información de la distancia al hoyo con la precisión del golpe, debemos visionar la pelota y el hoyo, lo que implica un punto más de dificultad para la eficacia del tiro.

En Inglaterra, donde el CRICKET es uno de los deportes más populares, los investigadores de la visión y seguramente aficionados al cricket, vieron que existen doce tipos de lanzamientos de la pelota y el bateador tiene 100 mseg para iniciar el movimiento de preparación del golpe, basándose  en el análisis visual de los movimientos que ejecuta el lanzador. La pelota llega en 500 mseg y no es suficiente para realizar un seguimiento fino de ésta y ajustar el sistema motor para realizar el bateo correcto. Antes de que se lance la pelota ya tenemos que inferir el tipo de lanzamiento que realizará y ajustar nuestros movimientos en función del trayecto que pensamos seguirá la pelota. Sabemos que con este sistema de descifrar el tipo de lanzamiento, podemos predecir la trayectoria de la pelota y podemos inferir donde se encontrará unos milisegundos antes de que llegue, así podemos dirigir la mirada directamente a ese punto, despreciando el trayecto anterior, ir a buscar la localización de la pelota en ese punto, para confirmar la trayectoria que hemos predicho y validar el ajuste de los movimientos previos para el correcto bateo.

Como vemos, en los deportes donde hay que controlar una pelota que se desplaza, es fundamental entender que no podemos “seguir” toda la trayectoria de la pelota, por ello es necesario realizar entrenamientos que nos permitan intuir el tipo de lanzamiento o trayectorias que seguirá la pelota, movimientos oculares rápidos (sacadas),  de localización puntual de la pelota y, activación rápida senso-motriz para desplazarnos a la “zona” y ajustar  el movimiento de captura o de respuesta con la raqueta, por ejemplo, en el tenis. Un buen entrenamiento visual permite mejorar mucho la eficacia en este tipo de deportes.
Dr Carlos Verges

935513300 - info@areaoftalmologica.com
www.cverges.com

lunes, 10 de enero de 2011

VISION Y CONDUCCION

La tarea de conducir supone prestar ATENCIÓN a múltiples factores como, dirección, velocidad, otros vehículos, señales de tráfico, desvíos, etc, una  serie de elementos en los que la visión juega un papel fundamental. En este artículo trataré de daros una explicación “técnica” de cómo el sistema de percepción visual procesa la información que llega del exterior para calcular la dirección del vehículo, tanto en una recta como en una curva.

La información de este artículo la podéis completar con este enlace en nuestra página web de Area Oftalmologica Avanzada (Información Práctica: Conducción y Visión y en Congresos y Divulgación: Visión y Conducción),  donde encontraréis una serie de recomendaciones prácticas para una conducción más efectiva y segura. Espero que os sea de utilidad. 


CONDUCCIÓN RECTILINEA

Si conducimos en una carretera recta, las pistas que nos orientan o nos sirven de guía, son las líneas laterales y central y el punto de fuga de los lados de la carretera cuando miramos recto al frente, se trata de mantener el vehículo a una distancia constante entre la línea central que separa las dos direcciones de la carretera y la línea lateral. Aun circulando en nuestro carril, si nos desplazamos ligeramente hacia una lado u otro, acercándonos más a la línea central o la lateral, la visión de las referencias, varía, tal como vemos en la figura siguiente, tomada de un artículo inglés y por tanto en la que se circula por la izquierda. Circulando en condiciones normales en  (a), dentro de los límites del carril en (b) y (c) y, en con un curso paralelo a la línea media pero desplazado respecto al centro del carril.



Se admite que las referencias que utilizamos respecto a lo que sucede delante de nosotros,  alcanza un límite de 30-50 metros, más allá los datos que aparecen en la escena son menos significativos.

La velocidad de conducción, es decir, el dinamismo que supone la conducción, vendrá dado por la velocidad de aproximación de los objetos que están delante y por como percibimos la línea discontinua central, si todavía la vemos como discontinua o ya se ha convertido en una línea continua, lo cual indica que superamos los 90 Km/h. Estás son pistas que utilizamos de forma inconsciente mientras conducimos, al igual que el ángulo que forma nuestra línea de mirada con el punto de fuga de la carretera, es lo que se conoce como “flujo visual de información” (Warren y Hannon, 1988).

CONDUCCIÓN EN CURVA

En este caso no tenemos un punto de fuga como referencia, nos guiamos con la dirección de la línea media, la distancia a las líneas media y lateral de la calzada, 25º y 50º respectivamente, y la tangente que describe la curva,  tal como se muestra en la figura.


El conductor debe tomar un punto de referencia, P, generalmente entre 3 y 10 mts, y  calcular mentalmente el ángulo  θ que hay entre ese punto y la dirección actual, H. El cálculo lo realizamos según la fórmula:  1/r = (2 sen θ) / D


Como la conducción es dinámica, el flujo de información visual,  vuelve a ser fundamental para calcular la velocidad y reajustar el ángulo  θ   de una forma continua. Es evidente que la situación será muy diferente según el radio de la curva, si es constante o variable. En el primer caso, es fácil establecer el ángulo θ y mantenerlo durante todo el recorrido de la curva, en el caso de radio variable, debemos calcular la angulación en cada instante. En estos casos se debe realizar un ajuste continuo basado en la tangente a la curva, partiendo desde los ojos del conductor,  θA, y la distancia al lateral de la curva, θB (ver figura).  Parece que la línea tangente la fijaríamos con la mácula o regiones para maculares, y la línea lateral, con la retina periférica.


En la conducción los ojos están alineados con la cabeza, de forma que ante una curva, movemos la cabeza pero no los ojos, buscamos la tangente con la cabeza y sólo en los casos de curvas muy pronunciadas, como al doblar una esquina en la conducción urbana, combinamos ambos movimientos, movemos la cabeza unos 50º y ampliamos el ángulo total, hasta 90º, con el movimiento de los ojos.

Uno de los aspectos menos estudiados pero que parece tener importancia significativa en el trazado de una curva, es la fuerza centrífuga que se ejerce sobre la cabeza y el estímulo que se genera en los canales semicirculares del oído. Estos efectos nos ayudan a calcular la velocidad y el radio de la curva. Precisamente este hecho es uno de los puntos débiles de los simuladores de conducción que se pretendía utilizar para las prácticas de los que aprenden a conducir o incluso para los pilotos profesionales. El no tener la señal de los canales auditivos  distorsiona la realidad de la conducción,  restando eficacia a los simuladores, por ello han quedado para conocer un circuito o como simple diversión, aunque sabemos que hay marcas importantes que ya están intentando incorporar la fuerza centrífuga que faltaba.

Mas información en www.areaoftalmologica.com

935513300 - info@areaoftalmologica.com
www.cverges.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario