Consideraciones acerca de los jugadores de
reemplazo en el béisbol
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Profesor de la Facultad de Cultura Física de
Matanzas en la asignatura “Béisbol”
Exjugador de los equipos de su provincia durante
un total de 12 series nacionales
Fue integrante de la selección nacional de su
país en distintos eventos internacionales
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MSc. Leonardo Goire Prada
(Cuba)
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Resumen
Los jugadores de reemplazo en los equipos de béisbol cumplen un rol muy
destacado, pues los mismos deben competir en situaciones difíciles de juego,
sustituyendo por lo general a hombres talentosos que han alineado de manera
regular en su nómina. El presente trabajo pretende establecer algunas
consideraciones, que al abordar la necesidad de los peloteros sustitutos,
muestre a los directores de diferentes planteles cómo actuar en esos casos.
Palabras clave: Béisbol, Jugador de reemplazo. Pelotero sustituto
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Introducción
En los deportes con pelota son usados con bastante
frecuencia los llamados jugadores de reemplazo.
En el caso del béisbol, tales
deportistas cumplen roles de gran importancia, pues su inclusión en la
competencia obedece siempre a requerimientos insoslayables:
1.
sustituir a peloteros lesionados
o expulsados del partido,
2.
fortalecer posiciones ofensivas o
defensivas,
3.
aumentar la velocidad en el
corrido de las bases, etc.
No es extraño
que una parte de los juegos de béisbol se decidan por intermedio de los
jugadores emergentes.
En la rica historia de este deporte, podrían
citarse ejemplos muy elocuentes que muestran la utilidad de esos peloteros de
reemplazo.
Sin embargo, no siempre se tiene
una adecuada apreciación, por parte de los cuerpos de dirección de los equipos
involucrados, de la importancia que tienen para sus elencos, tan
imprescindibles deportistas.
Pero en su
afán de convertirse en jugadores regulares, pues ello le daría la oportunidad
de jugar con una mayor frecuencia, estos peloteros tampoco llegan a apreciar
con toda justeza su rol en la banca.
El presente trabajo, a partir de las experiencias prácticas de su autor,
pretende establecer consideraciones que ayuden a entender, con mayor certeza,
el papel de los hombres que deben sustituir a los que han alineado
inicialmente.
Desarrollo
Resulta imprescindible para cualquier equipo, en el béisbol actual, poder
contar con jugadores estelares en cada una de las nueve posiciones básicas del
juego (ofensivas y defensivas), capaces de luchar con denuedo por el triunfo en
los diferentes partidos en que se participe, de la misma manera que se impone
la necesidad de poseer uno o varios peloteros que, estando en el banco, puedan,
en algún momento crucial, suplir a los regulares y coadyuvar a la victoria.
Las circunstancias para sustituir a los
que ocupan un lugar determinado en la alineación regular, podrían ser diversas.
Hay
peloteros que:
·
por su
calidad individual,
·
la
experiencia competitiva acumulada,
·
su
maestría deportiva, o
·
simplemente
por ser zurdos o derechos,
resultan de gran utilidad a los directores de
clubes para el empleo eficaz de tácticas y estrategias colectivas, que den al
traste con sus aspiraciones de ganar.
Muchas veces ha ocurrido que determinados jugadores coincidan en épocas con
otros peloteros estelares, pero en modo alguno significa que estos, no
poseyeran una calidad a toda prueba y que no fueran capaces, en momentos
claves, de dar un aporte decisivo a sus nóminas, en situaciones comprometidas
del juego.
Los años de experiencia competitiva acumulados por este autor, practicante
también del deporte de las bolas y los strikes, le dieron la oportunidad de
confirmar que los equipos que pretendan estar en la élite de los diferentes
campeonatos, en cualquiera de las categorías establecidas, requieren inobjetablemente
contar, al margen de sus estelares, con uno o varios jugadores de reemplazo.
Dadas las circunstancias en que estos jugadores deben salir a competir,
requieren estar adecuadamente preparados para asumir su rol en el partido. En
ese proceso, deben estar involucrados, no sólo los directores de equipos, sino
también los entrenadores de cada una de las áreas y psicólogos, los que deberán
trabajar convenientemente para ese instante.
En
función de la necesaria preparación de estos peloteros es preciso dosificar
concienzudamente sus entrenamientos, de manera que al concebir los elementos
físicos, psíquicos y técnicos tácticos, se tenga en cuenta que al permanecer
ellos inactivos por mucho más tiempo, en sus respectivos bancos, alcanzar y
mantener su forma deportiva constituye un reto sumamente difícil e importante.
El trabajo con los llamados sustitutos reviste tal
envergadura que no se puede dejar de tener en cuenta, dada la real connotación
de cohesión grupal que el béisbol amerita, potenciar las siguientes
situaciones:
1.
Concientizar
el rol que deben desempeñar los jugadores en su condición de reserva o
suplentes.
2.
Promover
sus aportes críticos durante los debates técnicos.
3.
Lograr su
desarrollo a la par de los regulares, pero sin que entorpezcan el desempeño de
sus similares.
4.
Evitar
actitudes contraproducentes en sus relaciones con otros jugadores.
5.
Involucrar
a estos jugadores para que con sus criterios enriquezcan los análisis
colectivos acerca de los equipos contrarios.
6.
Combatir
cualquier expresión manifiesta de apatía en las prácticas diarias, de desgano o
de poca agresividad.
Para quienes dirigen una selección beisbolera se impone desde
un primer momento no crear falsas expectativas en los jugadores que cumplen el
rol de suplentes, tratando de ser claros y objetivos en el diálogo con ellos,
definiendo cada una de las líneas de trabajo en el conjunto, con el objetivo de
que tributen a su colectivo con gran entusiasmo y positivismo.
Pero para
alcanzar este propósito es necesario que los mentores conozcan el arte de dirigir, además de poseer la rica experiencia que
proporciona el haber jugado béisbol.
No es extraño que muchos de los jugadores utilizados como emergentes,
consideren a sí mismos, poseer las aptitudes suficientes para alinear de manera
regular en su equipo.
Es el
director del colectivo quien tiene la responsabilidad de hacer entender la
positiva confrontación existente, haciendo valer con su autoridad la decisión
más justa, evitando todo tipo de antagonismo innecesario, lo que pudiera
devenir en una bomba de tiempo para los intereses de cualquier colectivo de
peloteros.
En tales
circunstancias es imprescindible que se definan las diferencias entre los
jugadores, expresando lo que es atribuible a los regulares o a los sustitutos,
según los requerimientos técnico tácticos preestablecidos y que pudieran tener
su justificación en aspectos que respondan a la lateralidad definida, velocidad
de sus piernas, experiencias competitivas, mejor defensiva, fuerza del brazo,
fuerzas en sus muñecas, etc.
Un buen director debe, desde los entrenamientos, establecer reglas y
prioridades dentro de su equipo, cuestiones que podrían conducirle, invariablemente,
al triunfo colectivo.
En tales circunstancias se llegan a definir
los jugadores con más talento o perspectivas de éxito.
Pero a
veces no basta con determinadas cualidades y potencialidades, sujetas ellas a
caprichos individuales, las que podrían afectar el tan necesario e
imprescindible juego de equipo.
De la misma manera que ocurre con los llamados
estelares, se acondiciona el rol que debe cumplir la banca.
En este último caso jamás se debe lastimar el
ego y empuje de esos peloteros de reemplazo, muchos de ellos interesados en
llegar a imponerse por intermedio de sus propios méritos.
Es sabido que hay jugadores que al calor de la propia competencia y pasado un
tiempo prudencial, llegan a alcanzar resultados loables no mostrados en un
inicio, por lo que hay que darle la confianza y posibilidad para que lleguen a
alcanzar su forma deportiva, sin abandonar la competencia;
máxime si
se sabe que el torneo es de larga duración.
Puede
darse el caso de aquellos jugadores que estando muy mal a la ofensiva, son sin
embargo verdaderos cerrojos defensivos y en tal caso, es notorio que
permanezcan dentro de la alineación.
Pero hay
casos en que la dirección de un elenco mantiene de manera regular a determinado
pelotero en la alineación, considerando que es éste una estrella capaz de
seguir aportando lo mejor de sí, muy a pesar de haberse notado una baja
sensible en su accionar, dada por encontrase atravesando desajustes en su
desempeño ofensivo o defensivo (slum) o porque sencillamente no ostente sus
mejores momentos competitivos.
Se conoce de casos en que los managers se ven
influenciados negativamente a partir de la propia opinión de esos jugadores,
empeñados en mantenerles en la posición muy a pesar de la realidad.
La inmovilidad en los turnos al bate, lejos de favorecer los resultados positivos,
es muy a menudo la causa de una ofensiva errática y poco oportuna, lo que
equivale a una derrota segura.
En todos
esos casos se fomenta, más que otra cosa, un creciente malestar entre los
hombres que aguardan su momento desde el banco, creándose indisciplinas o
descontento general.
Es por
ello que la dirección en el béisbol tiene que ser una acción colectiva, donde
se definan oportunamente las responsabilidades individuales.
La utilización de los jugadores de reemplazo en el béisbol es
muchas veces motivo de triunfos, pero para lograr que ese rol se cumpla
satisfactoriamente, los directores deben mostrar sus potencialidades para
discernir con toda justeza.
Conclusiones
La dirección de un equipo de béisbol debe atender priorizadamente a la
conformación de su nómina, estableciendo los jugadores regulares y sus
sustitutos, para lo que conformará, desde el propio entrenamiento, la
preparación necesaria en todos los órdenes de la competencia.
La capacidad y talento de los peloteros de
reemplazo deben devenir en seguras fortalezas y no en probables debilidades.
Bibliografía
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COLECTIVO
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HARRE, D.
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REYNALDO,
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deportivo
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