miércoles, 4 de julio de 2012

cognicion y vision toma de decisiones patre x


COGNICIÓN Y


 VISIÓN X.- TOMA DE DECISIONES

El ser humano debe tomar decisiones continuamente pero sorprende que casi siempre lo hagamos de forma inconsciente y, más aun, en la mayoría de casos elegimos alternativas que no siguen parámetros lógicos de probabilidad y/o de coste-beneficio. En este capítulo veremos los mecanismos de toma de decisiones y cómo influyen las emociones. 
    • Toma de decisiones 
    •  Modelo de Utilidad Esperada
    • Algoritmo de Satisfacción
    • Teoría Prospectiva
    • Papel de las emociones en la valoración

TOMA DE DECISIONES.
Las decisiones se toman para satisfacer una necesidad o un deseo. Básicamente una decisión es una elección entre posibilidades. Implica evaluar las líneas de acción disponibles y determinar qué acción se llevará a cabo. Hay decisiones que son “fáciles”, hay una opción que sobresale sobre las otras o, las consecuencias de equivocarse son poco importante  pero, no siempre sucede así y entonces debemos realizar una evaluación mental que se debatirá entre la lógica racional y la intuición emocional. Podríamos decir de forma general que la decisión se toma en función de dos factores fundamentales, el valor que tiene para nosotros cada opción y de la probabilidad de que se dé el resultado esperado.

En la mayoría de casos, especialmente cuando se trata de toma de decisiones difíciles, se tiende a pensar que intentamos valorar todas las opciones, es decir recabar la mayor parte de la información que nos puede ayudar en la valoración de la decisión, el problema está en que casi siempre no dispondremos de toda la información y deberemos elegir de forma sesgada. 

Cuando la toma de decisiones se realiza de forma consciente, el proceso mental sigue tres fases secuenciales, (1) define las alternativas, (2) otorga un valor cuantitativo sobre la probabilidad de que se de cada alternativa y (3), sobre cada una de ellas le atribuye las posibles consecuencias de tomar esa alternativa (beneficios y perdidas).

Es evidente que las evaluaciones que hagamos sobre cada opción dependen de nuestras metas y de nuestros valores personales, por ello las consecuencias de cada decisión son absolutamente subjetivas. El problema de tomar una decisión ira creciendo a medida que las alternativas, sus valores, estén más próximas, esa igualdad es generadora de incertidumbre.


MODELO DE UTILIDAD ESPERADA.
Definimos el término de “utilidad esperada” como una conducta racional en quien toma una decisión al valorar: (1) las probabilidades que tienen las posibles alternativas, (2) las consecuencias de esa decisión, (3) la asignación de utilidades, (4) la ponderación al multiplicar las utilidades por su probabilidad y (5) al elegir la opción con la utilidad esperada más alta. Esto supone que el que toma las decisiones lo hace en un marco racional, buscando  la utilidad más alta mediante el algoritmo de la matemática probabilística, pero siempre desde un punto de vista subjetivo. La pregunta, ¿qué importancia tiene para nosotros?, resume la idea de utilidad esperada. La cuestión central no es sólo el valor intrínseco, sino el valor que tiene para uno mismo, para quien toma la decisión.

El proceso mental supone tres pasos: (1) Evaluar cada una de las líneas de acción y multiplicar cada una de ellas por sus consecuencias (al ser aceptada o rechazada) es decir, establecemos  un valor ponderado. (2) Sumar estos valores ponderados, las utilidades esperadas, para crear un resumen de la evaluación de cada alternativa. (3) Elegir la línea de acción que tenga la utilidad esperada más alta, que será aquella con una mayor suma de utilidades ponderadas de forma probabilística.

Como vemos se trata de un proceso subjetivo, ya que cada individuo asignará valores particulares. Esta regla de decisión es el núcleo de la mayoría de teorías económicas modernas sobre la conducta racional.

En el contexto de la utilidad esperada se puede introducir un nuevo concepto, el de varianza, que describe un intervalo entre posibles resultados y que en cognición lo denominaríamos, “actitud de riesgo”. Esto lo vemos muy claro en los jugadores de los casinos, algunos prefieren jugar bajo estrategias con pequeñas variaciones en el intervalo de riesgo, apuesto poco pero voy a lo seguro, otros se plantean la situación contraria, mucho riesgo con apuestas fuerte y, una sola vez que gane ya me compensa (se les conoce como buscadores de riesgo).

Las investigaciones sobre la toma de decisiones han buscado el correlato neural. Mediante neuroimagen se ha visto que en la incertidumbre que aparece en la toma de decisiones, se activaría el núcleo accumbens, utilizando la dopamina como neurotransmisor. Otros investigadores encontraron la activación de este núcleo junto a una extensión de la amígdala y parte de la corteza orbitofrontal (Breitner 2001). Sin embargo no siempre se encontraba un patrón de activación semejante o proporcional  a las consecuencias que se anticipaban con una determinada alternativa. Parece que el cerebro no siempre lleva a cabo cálculos de utilidad como los que determina la ecuación de la utilidad esperada (el producto del valor por la probabilidad).

Los estudios clínicos y de laboratorio fueron poniendo de manifiesto que el modelo racional de utilidad esperada tenía ciertas carencias. Se diseñaron nuevos estudios y se vio que la mayoría de personas no siguen un patrón lógico en la toma de decisiones y esto se daba tanto en gente de un nivel intelectual bajo como alto. Se plantearon problemas donde si se hubiera dado un mínimo razonamiento como el planteado en el modelo de utilidad esperada o siguiendo la ley de transitividad (si A es mejor que B y B mejor que C, entonces prefiero A antes que C), la elección hubiera sido muy diferente a la que señalaron la mayoría de los encuestados, que solo veían el resultado aparente, el que parecía superior respecto a otras opciones pero, inferior  a sí se hubiera hecho un cálculo más pormenorizado de los beneficios finales.

ALGORITMO DE SATISFACCIÓN.
Tras verificarse que el ser humano no siempre emplea métodos lógico-racionales en la toma de decisiones, se plantearon nuevas alternativas, nuevos algoritmos. Una de las propuestas más destacadas fue la que plantea un razonamiento para desarrollar estrategias adaptativas,  que proporcionen un equilibrio entre el esfuerzo cognitivo de buscar y procesar la información  y la elección de la mejor alternativa en términos absolutos. Una estrategia sería satisfactoria, sin necesidad de ser la mejor de todas las posibles, simplemente  con que fuera lo suficientemente buena para cumplir los deseos de quien toma la decisión, es lo que se denomina “Algoritmo de satisfacción”.

El proceso cognitivo que se precisa para lograr la satisfacción es muy diferente al que se utiliza para el cálculo de la utilidad esperada y, por lo general requiere mucho menos esfuerzo. 

La satisfacción aporta buenos resultados aunque no sean óptimos y está sesgada por el orden en que se buscan las posibles opciones. Esto lo vemos en un ejemplo como el de la búsqueda de un piso, en primer lugar determinamos qué características  de un piso son importantes para nosotros, después establecemos criterios de aceptabilidad para cada atributo importante (no más de un tercio de nuestros ingresos, etc) y, finalmente consideramos las opciones disponibles de una en una, hasta que encontramos una que es lo suficientemente buena según las características y atributos antes señalados, en este punto dejamos de buscar, la decisión está tomada, esa es nuestra elección, ya tenemos piso. Es evidente que la elección será buena
pero, si hubiéramos seguido buscando, a lo mejor hubiéramos encontrado algo mejor, hemos renunciado al piso ideal pero, no nos hemos equivocado en la elección, esta no ha sido la mejor pero sí que es buena.

La mayoría de personas utilizan el algoritmo de satisfacción, es menos costoso cognitivamente  y aporta buenos resultados, además, hemos aprendido a reducir los criterios de elección, la experiencia nos permite definir las características y atributos más relevantes que marcarán la elección, lo cual reduce todavía más el proceso cognitivo, al tiempo que incrementa las opciones de acierto.

TEORÍA PROSPECTIVA.
Otro elemento importante en la toma de decisiones es lo que se conoce como “efecto del encuadre”. Supone que podemos variar nuestra decisión final en función de cómo se planteó la cuestión. Esto lo vemos muy frecuentemente en las encuestas, según como se plantean las preguntas podemos inducir que la respuesta sea una u otra. En general la gente tiende a rechazar el riesgo cuando se les ofrecen posibilidades moderadas de ganancia, pero buscan el riesgo cuando se les ofrece probabilidades moderadas de pérdida.

En esta línea, la Psicología cognitiva nos dice que nuestras acciones están determinadas por nuestra representación mental de las situaciones, no directamente por la situación en sí misma. En la investigación de los encuadres nos pone de manifiesto que las decisiones se toman en virtud de nuestro punto de vista respecto a la situación a la que nos enfrentamos. Nuestra percepción de esa situación es un determinante primordial de nuestra conducta (Hastie 2000), es lo que se conoce como “Teoría prospectiva”.

La teoría prospectiva propone que la primera etapa en la toma de decisiones, es discernir las probabilidades que se tienen encuadrando los términos de la decisión. El encuadre significa simplificar, se evalúan las pérdidas y ganancias  comparándolas con un punto de referencia, que suele ser la situación actual. Se compara el antes y el después, se evalúa si la decisión comporta una mejora respecto a lo que ye tenemos.

PAPEL DE LAS EMOCIONES EN LA VALORACIÓN.
Todos hemos tenido la experiencia de una mala decisión tomada en un momento de ira o de euforia. Los economistas y todos los expertos en marketing, asumen que la toma de decisiones se realiza con el fin de conseguir objetivos y que los objetivos son, o bien esencialmente emocionales (la búsqueda de la felicidad) o bien se asocian estrechamente a las emociones, especialmente  con la culpabilidad, el arrepentimiento, el regocijo o la decepción. 

El papel de las emociones se ha puesto de manifiesto en lo que se ha denominado,  “decisión por afecto”, en la cual las emociones anticipadas, en particular el arrepentimiento, reemplazan a las utilidades como portadoras del valor. Esto lo vemos en ejemplos como el miedo a volar, preferimos ir en coche antes que en avión, aun sabiendo que el riesgo es mucho mayor con el coche. El corazón puede a la razón, el factor emocional es el que marca la decisión final, aunque no sea lógica (Slovic 2002). Es como si los estímulos cargados emocionalmente redujeran el impacto de la información sobre las probabilidades, como si los resultados cargados de emociones dirigieran la atención a las consecuencias, alejándose de otras facetas de la situación.

Parece que en la toma de decisiones, cuando el resultado es inmediato, nuestro sistema emocional es el que controla nuestra conducta y nos conduce a elegir la gratificación que se encuentra disponible con carácter inmediato. Sin embargo cuando la gratificación no está disponible de inmediato, nuestro sistema racional, más frio, toma el control y elegimos “sabiamente” (Lowenstein 1996). 

Los estudios con neuroimagen han sido muy reveladores, han puesto de manifiesto que cuando los sujetos investigados se sometes a situaciones de no ambigüedad pero con resultados de pérdida, se activa la corteza prefrontal dorsomedial y, cuando hay ambigüedad  o no ambigüedad con resultado de ganancia, ya no se activa la corteza prefrontal dorsomedial  y sí lo hará el sistema orbitofrontal ventromedial que, recordemos, es el que más está implicado en las emociones.

Ante la incertidumbre,  no parece que se sigan las leyes matemáticas de la probabilidad,  más bien nos basamos en otras capacidades cognitivas: recuperar información  de la memoria, realizar una evaluación por similitud  e imaginar las causas de los acontecimientos. Son juicios heurísticos que dan como resultado decisiones útiles de tipo adaptativo. Esto se relaciona estrechamente con el rendimiento de nuestros sistemas perceptivo, especialmente el visual, con la génesis de representaciones mentales que nos orientan en la toma de decisiones. Esto puede llegar a ser muy negativo  ya que la representación mental está basada en el recuerdo y este puede no ser objetivo, generalmente está influido por factores culturales y sociales. Si queremos volar y tenemos miedo, seguramente se genera una imagen mental de un suceso negativo, un accidente que vimos en un reportaje de televisión. Es evidente que esta imagen no es representativa de la realidad, los datos estadísticos demuestran que volar en avión es el medio de trasporte más seguro. 

La importancia de las emociones en la toma de decisiones es algo que va ganando fuerza a medida que van apareciendo nuevas evidencias, como el trabajo de Antonio Damasio en el que sometía a decisiones complejas a dos grupos de individuos, unos normales y otros con lesiones frontales ventromediales donde falla el proceso de elección intuitiva. Observo que los individuos normales eran capaces de saber cuál era la opción errónea, de intuirla, porque la simple sospecha inconsciente producía una serie de cambios somáticos, como sudoración o incremento de la frecuencia cardiaca,  que al notarlos  les inducia a rechazar esa opción, producía una conducta de evitación, es lo que denominó “hipótesis de los marcadores somáticos”. El grupo de individuos con alteraciones en áreas frontales ventromediales, que no pueden procesar bien este mecanismo intuitivo sobre la buena o mala elección, no se daba la descarga somática y el índice de error era más elevado. 

La pregunta aquí es, ¿qué fue lo que intuyeron los sujetos normales para que se provocara  la respuesta somática?, en un jugador de cartas podría ser algo racional, como la probabilidad de que salga una carta determinada después de analizar las jugadas previas pero, en la mayoría de casos se admite que el mecanismo es otro, algo que puede estar relacionado con las emociones, con las vivencias previas y su carga emocional,  que determinan de forma inconsciente una respuesta física, descarga somática, que nos induce a decantarnos por una determinada alternativa, aunque no tenga demasiado sentido desde el punto de vista racional.

Tal como señalábamos al inicio de este artículo, cada vez somos más conscientes de la importancia de nuestro acervo interior, de las vivencias previas, de nuestras emociones, a la hora de controlar nuestras acciones en la vida diaria.

En el siguiente capítulo seguiremos tratando este tema, concretamente en lo que se refiere a la resolución de problemas, el razonamiento analógico, inductivo y deductivo, así como el papel de la memoria y las emociones. 
Dr Carlos Verges

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www.cverges.com

lunes, 14 de noviembre de 2011

COGNICIÓN Y VISÓN IX.- EMOCIÓN Y COGNICIÓN


Nuestro cerebro es básicamente emocional. En los últimos años hemos ido aprendiendo que las emociones marcan la mayor parte de las actividades cerebrales, la toma de decisiones, intelectivas y del aprendizaje. El inconsciente emocional marca nuestro devenir. 
  • Enfoque Bidimensional de las emociones
  • Emociones y Condicionamiento Clásico
  • Condicionamiento Instrumental
  • ¿Se puede aprender algo sin la participación de las emociones?
  • Emociones y Memoria Declarativa
  • Emoción, Atención y Percepción Visual 

Que las emociones afectan a la cognición es algo evidente, quién no ha tenido la sensación de bloqueo ante una momento de enfado, “estoy tan cabrea …., que no puedo pensar con claridad”. Lo sorprendente es que hasta hace relativamente poco tiempo no se haya investigado esta asociación.

Los estudios de neuroimagen han puesto de manifiesto que las emociones se localizan en el cerebro en un área muy precisa, la amígdala, situada en el lóbulo temporal medial, justo delante del hipocampo, estableciendo aferencias y eferencias con él (consolidación de memoria) y con áreas frontales, lo cual sugiere que las emociones y la cognición son interdependientes.

Existen muchas definiciones sobre el término emoción, en nuestro caso la entenderemos como un episodio relativamente breve de respuestas sincronizadas, las cuales pueden incluir respuestas corporales, expresiones faciales y respuestas subjetivas, que indican la valoración significativa de un acontecimiento interno o externo. El término emoción no hay que confundirlo con el “estado de ánimo”, que se refiere a un estado afectivo difuso percibido como un cambio en los sentimientos subjetivos. Estos cambios son de poca intensidad pero más duraderos que las emociones y se dan incluso sin causa aparente.

Charles Darwin en “Sobre el origen de las especies” (1859), fue uno de los primeros en señalar que existe un número limitado de emociones humanas básicas y universales. Darwin supuso que esto se debía a una experiencia emocional común. Paul Ekman, un año después, describió seis expresiones básicas de emociones: ira, repugnancia, miedo, alegría, tristeza y sorpresa. Cada una de estas expresiones se caracteriza por un subconjunto de movimientos de los músculos faciales, con una habilidad que parece adquirirse de forma innata, tanto para realizarlos como para reconocerlos.

ENFOQUE BIDIMENSIONAL DE LAS EMOCIONES.
“Arousal” es el término global para referirse a los cambios corporales que ocurren en la emoción, como la frecuencia cardiaca, traspiración, y liberación de hormonas del estrés en respuesta a un estímulo. El arousal hace referencia tanto a la intensidad de la respuesta a un estímulo como a su activación. Lo que cuenta es la movilización de los recursos y es lo que denominamos “dimensión de una emoción”. En el estudio de las emociones entraría otro concepto, el “valor de la emoción”, que se refiere a si la experiencia resulta agradable o desagradable. Con estos elementos se puede trazar un mapa de las emociones, tal como hicieron Barret y Russell (1980), definidos bajo dos ejes, dimensión y valor.
Modelo de circunferencia de la emoción de J.A.Russell y L.F.Barrett
El enfoque bidimensional se apoya en los hallazgos de neuroimagen, que demuestran que la dimensión y el valor de las emoicones pueden tener distinta representación en el cerebro. Si se presenta un olor, la amígdala responde principalmente a la intensidad de este olor y lo hace independiente de que resulte agradable o no. Cuando la respuesta es de agrado, se registra actividad en la corteza orbitofrontal medial (COFM) y cuando la respuesta es desagradable, se activa la corteza orbitofrontal lateral (COFL), ambas respuestas independientes a la intensidad del estímulo.

Otra forma de clasificar las emociones, con cierto interés clínico, sería según su carácter de “aproximación o retirada”. La alegría, la sorpresa y la ira se consideran emociones de aproximación, mientras que el miedo el desagrado y la tristeza serían de retirada o alejamiento. Los estudios con EEG en condiciones de reposo, mostraron que en las emociones de aproximación se activaban las regiones frontales anteriores izquierdas, mientras que cuando en un individuo predominan las emociones de retirada, se activa con mayor grado las regiones frontales anteriores derechas. De la misma forma, rasgos positivos como orgullo, entusiasmo y cortesía, más cercanos a la aproximación, mostraron mayor actividad en el lado izquierdo, justo lo contrario a cuando eran personas que se autodefinían con rasgos más negativos, como irritabilidad, culpabilidad, etc, en estos casos había un predominio de excitación en el lado derecho.

Con estos hallazgos de localización anatómica tan precisa, cabe la pregunta de si es posible manipular estas regiones del cerebro para modificar la “personalidad” de una persona, estimular las zonas de “aproximación” e inhibir las de “retirada”, con carácter negativo. Parece que para algunos neurocientíficos, sí es posible.

EMOCIONES Y CONDICIONAMIENTO CLÁSICO.
No se puede hablar de las emociones sin hacer una referencia al condicionamiento clásico descrito inicialmente pro Iván Paulov. Los perros salivaban como respuesta a un acontecimiento asociado con la presentación de la comida. Paulov se dio cuenta de que reflejos como la salivación podían evocarse no solo con el estímulo adecuado sino también con acontecimientos asociados a estos estímulos inductores de reflejo. Investigaciones posteriores han demostrado que todas las respuestas emocionales se pueden provocar mediante condicionamiento.

Los estímulos que están ligados a acontecimientos positivos o negativos por sí mismos, obtienen cualidades afectivas y provocan reacciones afectivas, positivas o negativas, según el caso. Si tenemos un accidente de coche, la próxima vez que subamos a un coche o que pasemos por la zona del accidente, notaremos una respuesta fisiológica de nerviosismo, es el condicionamiento clásico emocional.

Los estudios de neuroimagen localizan el miedo, la sensación aversiva ante algo, en la amígdala (ver imagen). En pacientes con lesión bilateral de la amígdala, se conserva la memoria episódica pero no experimentan arousal. Ante la asociación de ver un punto azul y una descarga eléctrica, en un sujeto normal, cuando aparece el punto azul, se produce un incremento de arousal pero, en nuestro paciente con lesión de las amígdalas, sabía que después del punto azul venia la descarga (entendía el condicionamiento) pero, no registraron incrementos de arousal. Esto indica que las regiones temporales mediales (hipocampo) estaban bien y la amígdala mal, entendía el proceso pero era incapaz de reaccionar frente a él. La situación contraria se observó en un paciente que tenía una lesión en el hipocampo y la amígdala bien, tuvo un condicionamiento normal pero no pudo predecir la descarga al ver el punto azul.
Sistema límbico.



Estos resultados indican que hay, al menos, dos tipos de sistemas de aprendizaje que operan de forma independiente, uno basado en el hipocampo, que media el aprendizaje acompañado de consciencia, sobre el que se construye la memoria declarativa y otro, basado en la amígdala, que se relaciona con las respuestas autónomas condicionadas, menos estudiado y cada vez con mayor significación

Otra forma interesante de condicionamiento clásico es el que conocemos como “Condicionamiento de Valoración”, que se centra más en las preferencias aprendidas o actitudes, es decir, las respuestas subjetivas y emocionales que se adquieren mediante condicionamiento clásico. Esto tiene mucha importancia en Marketing, asociamos un producto a una figura del deporte y lo compramos, no porque pensemos que con ese producto llegaremos a ser como ese deportista sino por el condicionamiento de valoración, porque admiro ese deportista y me identifico con lo que le gusta o porque el anuncio me parece, simplemente, muy perspicaz.

CONDICIONAMIENTO INSTRUMENTAL.
El componente emocional en el aprendizaje es algo que lo vemos continuamente, un ejemplo lo tenemos cuando ciertas acciones o estímulos se emparejan con recompensa o castigo, esto es lo que se conoce como “Condicionamiento Instrumental u Operante”. El principio subyacente a este tipo de condicionamiento es que la frecuencia de una conducta o respuesta, aumentará o disminuirá dependiendo del resultado de dicha conducta, de si ésta causa recompensa o castigo. Si hacemos algo que se sigue de recompensa, tendemos a repetir esa conducta y si, por el contrario la respuesta es de castigo, tendemos a evitar esa conducta.

La recompensa se relaciona con el neurotransmisor dopamina y con la región anatómica del cuerpo estriado, la “vía dopaminergíca mesolímbica” que une el área tegmental ventral y el haz medial del prosencéfalo, a nivel del mesencéfalo, con el cuerpo estriado, localizado en el prosencéfalo. Esta es la vía que se activa ante la expectativa de recompensa. Si se estimula el área tegmental ventral se produce una descarga de dopamina en el cuerpo estriado. Las drogas que bloquean la acción de la dopamina, afectan negativamente a la ejecución de tareas de aprendizaje en las que se da una recompensa (Steller 1984).

Es interesante el hecho de que este mecanismo neural de la recompensa, responde a todo tipo de recompensas, tanto primarias como secundarias (Delgado 2000), sin olvidar que lo que puede ser una recompensa para una persona puede no serlo para otra.

El condicionamiento instrumental requiere una acción que pueda ser reforzada. Es esta acción y el estímulo que la induce lo que adquiere un valor afectivo. Junto con la acción y el estímulo, el valor afectivo de otros estímulos asociados, pueden cambiar mediante condicionamiento clásico. Si tenemos recompensa, por ejemplo, al esnifar coca, se suele producir una asociación positiva con el lugar en que lo estamos haciendo, la gente con la que se comparte, etc, al condicionamiento instrumental de la droga se asocian valores afectivos positivos mediante condicionamiento clásico. Estos hallazgos han sido claves para el tratamiento de la drogadicción.

¿SE PUEDE APRENDER ALGO SIN LA PARTICIPACIÓN DE LAS EMOCIONES?
Tanto el condicionamiento clásico como el instrumental, dependen de una experiencia emocional para que tenga lugar el aprendizaje. Hoy sabemos que hay otras formas de aprendizaje que no requieren experiencias emocionales directas, como los que están basados en la instrucción y la observación. Un ejemplo lo tenemos en el miedo que todos sentimos a las bacterias, la mayoría de nosotros nunca las hemos visto pero nos han enseñado que pueden ser peligrosas para la salud, esto es una “aprendizaje por instrucción”. Esto nos lleva a que podemos aprender acerca del significado emocional mediante medios simbólicos como el lenguaje, que no es necesario experimentar directamente las emociones, tanto buenas como malas, aunque sigan vías diferentes.

A este respecto se observó que la amígdala, clave en el condicionamiento aversivo, también tiene un papel fundamental en la experiencia fisiológica del aprendizaje del miedo por instrucción, lo cual indica que el factor emocional no hay que descartarlo del todo.

De la misma manera, el aprendizaje por observación, no necesariamente se basa en experiencias directas con consecuencias positivas o negativas. El mero hecho de observar conductas que se siguen de una recompensa o un castigo, nos permite aprender de ellas. En estos casos intervienen las células en espejo, base de las conductas de aprendizaje por imitación (Rizzolatti, 1996), donde no solo se aprenden conductas motoras sino que también se asocian emociones, incluso se han identificado respuestas especulares para las emociones.

EMOCIÓN Y MEMORIA DECLARATIVA.
La memoria declarativa o a largo plazo, puede evocarse conscientemente y describirse a otras personas. Este tipo de memoria incluye a la memoria episódica y la memoria semántica. La primera es la memoria de primera mano de nuestra historia pasada personal, mientras que la semántica es lo que sabemos acerca de los objetos y los acontecimientos del mundo. Ambas formas de memoria pueden ser influidas por diversos aspectos de la emoción.

Muchas veces nos preguntamos por qué hechos del pasado que fueron muy negativos siguen muy presentes en nuestra memoria, cuando lo que nos gustaría es que desaparecieran de nuestro recuerdo para siempre. La respuesta es que cuando se dieron esos hechos se acompañaron de un arousal muy alto y eso ayudo a fijarlos en nuestra memoria con fuertes lazos.

El arousal emocional potencia el recuerdo y esto se debe a que la amígdala juega un papel decisivo en la adquisición y manifestación del condicionamiento aversivo, tendría un papel secundario pero muy importante en la memoria. Los estudios de laboratorio muestran un paralelismo entre la activación de la amígdala y el grado de recuerdo en el tiempo. Esto pone de manifiesto que la amígdala influye en la memoria declarativa de acontecimientos emocionales, actuaria sobre el hipocampo que es donde se consolida esta última.

La consolidación en el hipocampo es un proceso lento pero, diversos estudios ponen de manifiesto como el alto grado de arousal que se da en algunas situaciones con elevada carga emocional, aceleran este proceso de consolidación, gracias a la acción de la amígdala. Los estudios en este campo demuestran que la amígdala tiene esta función moduladora con la mediación del sistema Beta-adrenérgico. Los beta-bloqueantes tienden a disminuir el arousal sobre la memoria declarativa y esto podría tener como consecuencia, el reducir la eficacia del aprendizaje, aunque para otros autores tendría un efecto inverso, al reducirse el arousal permite que la consolidación dure más tiempo y con ello se consigue un mejor grado de memoria.

Siguiendo en esta línea se vio que el olvido también se relaciona con la actividad de la amígdala. En los casos en que la memoria declarativa se asoció a un factor emocional, el olvido fue más lento que en los casos neutros donde no se acompañó el estímulo con activación emocional de la amígdala.

Un cierto grado de arousal ayuda a consolidar la memoria pero, cuando alcanza valores muy elevados, como en situaciones de estrés, se produce un efecto negativo, perjudicando a las tareas de memoria. La relación del arousal y la memoria se describe con una curva en forma de U invertida. Este efecto negativo del estrés se debe a los cambios hormonales que se producen a largo plazo. El estrés produce un incremento de glucocorticoides que conducen a una reducción en la frecuencia de disparo de las neuronas hipocámpicas, disminuyendo la eficacia de la memoria. Esta situación, si es muy prolongada, puede conducir a la atrofia del hipocampo.

El estado de ánimo también es un factor que influye en la memoria. Cuando estamos en un estado de ánimo negativo, se recuerdan acontecimientos negativos, mientras que ante un estado de ánimo positivo, los recuerdos son mayoritariamente positivos y agradables, es lo que se conoce como “efecto de memoria congruente con el estado de ánimo”.

Como acabamos de ver, las emociones influyen de forma muy directa sobre la memoria y el aprendizaje algo que los docentes no han utilizado todavía. Creo que ya va siendo hora de que los docentes tengan información sobre estos hechos, para intentar buscar de qué forma se puede facilitar el aprendizaje, especialmente en primaria y secundaria.

EMOCIÓN, ATENCIÓN Y PERCEPCIÓN VISUAL.
La emoción puede influir en la atención y en el procesamiento perceptivo de diferentes modos. La emoción capta nuestra atención y hace difícil responder a estímulos no emocionales. En una versión del test de Stroop en el que las palabras se combinan con colores pero se modifican algunas de ellas dándoles carácter emocional: cáncer, violación, etc, frente a otras neutras como, silla, cuadro. Se observó que el reconocimiento del color era más complicado en las cartas con palabras con carga emotiva, eran palabras más difíciles de ignorar.

Posner (1980) fue un poco más allá y demostró que las emociones contribuyen a mantener la atención más que a atraerla. La emoción hace que sea màs difícil desligarnos del foco atencional.

Se ha visto que en determinadas tareas, como la búsqueda de objetos o figuras con cierta carga emocional, especialmente si es negativa, el tiempo invertido es inferior que en los casos en los que los objetos tienen un carácter neutro. Cuando se produce el fenómeno facilitador por la emoción, se activa la amígdala y se comprobó que la facilitación atencional se sigue dando en otras actividades, siempre que se asocien con activación de la amígdala.

Todo esto llevó a la idea ya propuesta por Wundt en 1907, de que los estímulos emocionales se procesan de forma casi automática, requiriendo menos recursos cognitivos que otros tipos de estímulos, es lo que denominó la “hipótesis de la primacía efectiva”. Los mecanismos responsables de estos hechos todavía no están del todo claros. Se ha estudiado cómo la amígdala interactúa con los otros mecanismos de atención y percepción. Una primera explicación sería la que defiende que el aprendizaje altera la representación cortical real de los estímulos emocionales para permitir un aumento de la percepción de los sucesos emotivos. Una segunda explicación es la que propone una modulación más rápida y transitoria del procesamiento perceptivo.

Existen conexiones bidireccionales entre la amígdala y las regiones corticales de procesamiento sensitivo, como la corteza visual (Amaral 1992). Se ha planteado la hipótesis de que si un estímulo se acompaña de cierta carga emocional, la activación de la amígdala en esa fase inicial de su procesamiento, proporcionaría una rápida retroalimentación a las áreas corticales sensitivas del cerebro, reforzando así los procesos de atención y percepción posteriores.

Los estudios de neuroimagen muestran como en situaciones de carga emocional se detecta mayor actividad en la corteza visual (Morris 1998). Esto mismo se produjo con estímulos auditivos. Se ha interpretado como que la activación de la amígdala mejoraría las condiciones sensitivas haciendo mejorar las condiciones de vigilancia ante un posible ataque o fenómeno negativo que pudiera perjudicarnos, sería como un mecanismo de defensa.

Otros estudios demuestran claramente como esta vía, influida por la amígdala, mejora la visión, especialmente la sensibilidad al contraste (Carrasco 2004) y, muy especialmente la vía refleja motora guiada por la visión. Si estamos en el campo, por ejemplo buscando robellones y al meter la mano bajo un arbusto vemos algo parecido a una serpiente, en la mayoría de casos, apartaremos la mano a una velocidad mayor de lo normal, eso se debe a que la imagen de la serpiente llega al tálamo y desde aquí sale en dos direcciones, una hacia las áreas corticales occipitales de la visión, y otra hacia la amígdala (figura). El procesamiento en las áreas occipitales requiere más tiempo, es un proceso consciente, mientras que la llegada a la amígdala desencadena una respuesta inconsciente, casi inmediata, sobre áreas motoras responsables de la retirada de la mano. Actualmente se está trabajando con deportistas de elite el efecto de las emociones en su rendimiento, cómo mejorar los resultados mediante la mediación de estímulos con carga emotiva. En el campo de la visión se ha avanzado mucho y podemos conseguir, por ejemplo, que un tenista mejore la devolución de un saque que va a más de 200 Km/h, mediante la mejora de la capacidad perceptiva de la visión dinámica, con ejercicios donde se busca la activación de la amígdala.
Vías de la visión, consciente e inconsciente.

  • En el próximo capítulo abordaremos el tema de la toma de decisiones. Quién no ha dudado a la hora de decidirse por algo y qué es lo que nos llevó a inclinarnos por aquello en concreto, cómo influyen los estímulos visuales. Realmente un tema muy interesante. 

Dr Carlos Verges

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viernes, 4 de noviembre de 2011

COGNICIÓN Y VISIÓN VIII. CONTROLANDO TODO, EL EJECUTIVO CENTRAL


En este capítulo avanzamos hacia el control central. Veremos el papel que juegan los lóbulos frontales en la coordinación de la información que llega desde otras áreas del cerebro, fundamental para entender la moral y la conducta ética, tan necesaria para vivir en sociedad y tan olvidada por algunos de nuestros políticos. Los temas a tratar son:

Lóbulos frontales y Ejecutivo Central
Atención Ejecutiva
Atención Ejecutiva y Categorización
Cambio de Atención
Inhibición de la respuesta
Establecimiento de respuestas
Supervisión

LÓBULOS FRONTALES Y EJECUTIVO CENTRAL.
A raíz del accidente de Phineas Gage en 1848, en el que le entro una barra de hierro de 1 m en la cabeza mientras trabajaba en la construcción del ferrocarril, se ha visto la importancia del lóbulo frontal en la conducta del ser humano. En este caso, además de sobrevivir al accidente, apenas tuvo perdida de funciones motoras o intelectivas, excepto que paso de ser una persona muy responsable a ser muy impulsivo, violento e irresponsable. 


Reconstrucción del accidente de Phineas Gage con la disposición de la barra en la cabeza.

Desde entonces se vio que el lóbulo frontal  tienen un papel importante en el proceso ejecutivo. Estudiando otros pacientes con alteraciones similares en el lóbulo frontal, se pudo describir un cuadro particular, un proceso con pérdida de control en sí mismo, destacando la incapacidad para establecer una secuencia de actividades en la consecución de objetivos, es lo que se ha denominado “Síndrome del lóbulo frontal”. Hoy sabemos que la parte afectada no es todo el lóbulo sino la región más anterior, la corteza prefrontal (CPF), situada delante de las áreas motoras y motoras suplementarias. 

La CPF ocupa un tamaño grande lo cual hace pensar en la importancia de sus funciones, pudiendo representar la parte ejecutiva de la memoria operativa. A la CPF le llega información de prácticamente todas las regiones cerebrales, perceptivas, motoras y subcorticales  y a su vez, reenvía conexiones a todas estas regiones.

Una forma de evaluar el daño frontal es mediante la prueba de las cartasde Wisconsin Cuando la CPF está alterada se observa una caída de la eficacia en la clasificación de las cartas al cambiar  el  atributo para clasificar. Otro test interesante es el de la Torre deHanoi en el que estos pacientes necesitan hacer muchos más movimientos que una persona sana. El estudio de pacientes con alteraciones en el lóbulo frontal pone de manifiesto el papel  de la región prefrontal en las funciones ejecutivas, básicamente en procesos como las fases iniciales de la enfermedad de Alzheimer (EA) o en las Disfunciones ejecutivas. 

     
       
Cinco son los procesos ejecutivos fundamentales, (1) la atención ejecutiva, (2) el cambio de atención, (3) la inhibición de la respuesta, (4) la codificación temporal más ordenación y establecimiento de secuencias de actos y,  (5) la supervisión.

ATENCIÓN EJECUTIVA.
La atención ejecutiva aparece cuando compiten en el  control  de la cognición  y de la conducta,  múltiples representaciones mentales que están en la memoria operativa, o múltiples procesos que operan sobre las representaciones. Ejemplos los tenemos continuamente en la vida real y uno de los más representativos es el ajedrez, debemos decidir cómo movemos, qué pieza y dónde pero, pensando no solo en esa jugada sino en varias por adelantado, pensando en  los movimientos que hará nuestro contrincante. 


Para estudiar la atención ejecutiva hay diversas formas de hacerlo, una de las más utilizadas son las tareas de Stroop y, más recientemente,  las tareas de compatibilidad estimulo-respuesta. En estos test destaca el hecho de que debe convivir la atención focalizada en algo,  al tiempo que se produce una inhibición del resto de la información. Parece que atención e inhibición se darían de forma simultánea, el problema  reside en saber si ambas acciones utilizan la misma red y estructuras neurales. 



En la vida real solemos actuar de forma casi automática. En la mayoría de ocasiones no hay una respuesta múltiple en la que todas las opciones tienen la misma fuerza, por ello no debemos “decidir” constantemente, sólo en el caso de que las posibles respuestas entren “en conflicto”, es cuando se pone en marcha la atención ejecutiva. Los pacientes con EA están siempre en las condiciones de respuesta automática, a diferencia de las personas sanas que activan la  atención ejecutiva cuando se requiere.

Los estudios con neuroimagen en las tareas de Stroop, ponen de manifiesto que se activan áreas específicas como, el cíngulo anterior (procesa la supervisión de conflictos), la CPF dorsolateral del hemisferio derecho (relacionado con la memoria operativa y atención ejecutiva) y, desde esta región, se activa la circunvalación fusiforme, en la zona posterior del cerebro, donde se procesa el color. En las tareas de atención ejecutiva  y respuesta motora, la activación desde CPF se dirige  a las áreas de planificación motora, la corteza premotora que se sitúa detrás de la CPF.

ATENCIÓN EJECUTIVA Y CATEGORIZACIÓN.
Una de las funciones más importantes de la atención ejecutiva es asignar a cada objeto una categoría. Esto es lo que, teóricamente, hacemos cada vez que reconocemos un objeto, lo identificamos asignándole una categoría. Sin embargo Rips (1989) planteó que podía haber algo más  que la similitud del objeto a categorizar y la correspondiente representación de memoria a largo plazo.

Se realizaron varios experimentos en los que los sujetos debían clasificar (categorizar), objetos en base a la similitud de estos o en base a un proceso de razonamiento y se observó que en los casos de alteraciones del lóbulo frontal, se seguía clasificando bien por similitud pero no por razonamiento. Estos resultados indicaban que la similitud se conservaba porque el mecanismo utilizado abarca diferentes zonas de la corteza, mientras que el fallo en la categorización basado en el razonamiento, indicaba que la atención ejecutiva, necesaria en este caso, estaba mediada por la CPF (Grossman, 2002).

Fruto de estos estudios,  se buscó redefinir los conceptos de proceso automático y no automático. El primero es aquel que puede iniciarse de modo no deliberado, que opera muy rápidamente (0.5 seg para leer una palabra, en los test de Stroop) y que puede operar sin consciencia (en el caso de las palabras, no debemos atender al significado de las palabras para identificarlas). Por el contrario, un proceso no automático, también llamados “controlados”, es un proceso que requiere deliberación (en el ejemplo del Stroop, tenemos que nombrar el color en la que está impresa la palabra), es relativamente lento  y requiere consciencia para operar (tenemos que atender conscientemente el color en que está impresa la palabra). 

CAMBIO DE ATENCIÓN.
Diariamente nos encontramos en situaciones donde atendemos  a varias cosas al mismo tiempo, cambiando  el foco de atención rápidamente. Una serie de estudios llevados a cabo por Rubenstein (2001),  aportan solidas pruebas de que el cambio de atención es un metaproceso, un proceso que coordina otros procesos, que también proporcionan un marco del procesamiento de información para entender el cambio de tarea.
En el caso del test de Wisconsin, donde se clasifican cartas en función de criterios y en condiciones de bloques puros o alternantes, se aprecia que hay dos niveles de procesamiento diferentes, el procesamiento de la tarea y el procesamiento ejecutivo y que este último puede influir en el primero, de ahí la idea de que el procesamiento ejecutivo es un metaproceso. En el nivel de procesamiento de la tarea, requiere la siguiente secuencia de procesos: identificar el valor del estímulo en el atributo crucial  (es la forma de un cuadrado lo que vemos en la carta ?), seleccionar la respuesta adecuada (buscar la pila de los cuadrados), y luego realizar el movimiento adecuado (colocar la carta en esa pila de los cuadrados). 

El nivel de procesamiento ejecutivo,  requiere procesos diferentes, primero, establecer el motivo del ensayo (clasificar conforme a la forma), luego activar las reglas que se necesitan para lograr el objetivo (atender a la forma), y en el caso de bloques alternos, se necesita un tercer paso, establecer un nuevo objetivo en cada ensayo (clasificar por forma, clasificar por número, etc). En los modelos alternantes se consume más tiempo en las respuestas, debido a este cambio de objetivos, cambio en las reglas, que implica un cambio de atención, es lo que se denomina “coste del cambio”. 


Rubenstein pudo demostrar que existe una doble disociación entre el nivel de procesamiento de la tarea y el de procesamiento ejecutivo. Una variable dada en un nivel de procesamiento no afecta al otro nivel y viceversa, lo cual implica que se dan dos mecanismos diferentes. Una variable que afecte al coste del cambio supone que actúa a nivel del procesamiento ejecutivo, mientras que si alarga el procesamiento de la tarea pero no el coste del cambio, es que solo actúa en el procesamiento de la tarea y no en el procesamiento del ejecutivo.

Los estudios de neuroimagen nos complican un poco más las cosas ya que si bien es cierto que las áreas que más se activan en estos procesos son las frontales, la CPF, también se activan, aunque en menor grado, áreas de la corteza parietal, lo cual cuestiona parcialmente el papel preponderante del ejecutivo central y su localización exclusiva en la CPF. Todo esto nos lleva a la pregunta de sí existen mecanismo neurales comunes a la atención ejecutiva y al cambio de atención o, existiría un mecanismo neural específico para cada uno. Los estudios con neruoimagen de Sylvester (2003) muestran que sí existen mecanismos neurales diferentes. 

En las tareas de cambio de atención se activaban áreas del lóbulo parietal inferior y de la corteza visual extraestriada, mientras que en las tareas de atención ejecutiva se activaban, específicamente, las áreas frontales, CPF anterior y otra en la corteza premotora y, lo más sorprendente, no se activó la CPF dorsolateral.. Hoy tenemos pruebas de que el proceso de cambio de atención ejecutiva es distinto al de la atención ejecutiva.

Estos estudios aportan datos sobre el papel que juegan los lóbulos parietales en el cambio de atención y, un aspecto todavía más relevante, aportan pruebas que cuestionan la versión más radical de la hipótesis del ejecutivo central.

INHIBICIÓN DE LA RESPUESTA.
La inhibición de la respuesta es la supresión de una respuesta parcialmente preparada. Un ejemplo sería el que supone estar hablando por teléfono con alguien que nos está haciendo enfadar, hasta un punto que le vamos a decir una grosería pero, justo antes de hacerlo nos frenamos, aguantamos y no decimos nada, hemos inhibido la respuesta de  decir una grosería.  

Los estudios con RMf sugieren que la inhibición de la respuesta es un proceso ejecutivo independiente. En las tareas de procesamiento ejecutivo se activa, fundamentalmente, la CPF dorsolateral y de forma secundaria otras áreas como el cíngulo anterior. En las tareas de inhibición de la respuesta,  se activaron otras regiones diferentes a la CPF, especialmente la corteza orbitofrontal, que se encuentra debajo de la CPF dorsolateral. Cuando se activa está nueva región, el rendimiento de tareas como en los test go/no-go, que requieren inhibir respuesta, mejoraron en grado significativo.

La inhibición de la respuesta es fundamental en la vida diaria y no se da en la infancia hasta las edades de 5 a 7 años y representa un nivel significativo de maduración.

ESTABLECIMIENTO DE SECUENCIAS.
Este es un paso fundamental en la vida diaria. No podemos preparar un plan parar conseguir un objetivo sin codificar el orden de las acciones o de los acontecimientos involucrados. Se codifica el orden temporal de los acontecimientos en la memoria operativa. Se ha visto que no es lo mismo recordar un determinado número de elementos que recordar una secuencia determinada en la que se disponen esas unidades. El procesamiento cerebral es diferente. En la secuencia de orden se requiere un proceso ejecutivo. Esto lo verifica el hecho de que los pacientes con problemas en el lóbulo frontal no pueden realizar tareas de secuencia y orden.

En la vida diaria no siempre se requiere un proceso de secuenciación de alto nivel. Si nos piden que digamos los últimos 4  números del DNI, seguramente lo que hacemos es visualizar todo el número y entonces nos fijamos en los cuatro últimos dígitos. En estos caso hablamos de una proceso de orden por familiaridad, diferente al que podría suponer los test de emparejamiento de letras en el análisis de secuencias (Burges, 1991). Cuando se utilizó la familiaridad para representar  el orden de la información, mediante neuroimagen, se observó actividad en áreas de la corteza parietal,  mientras que cuando la secuencia de orden requería un nivel atencional más importante, atención ejecutiva, el área activada era la CPF dorsolateral.

Nuestro cerebro está adaptado para organizar la vida según guiones o secuencias, no deterministas pero sí cuasi establecidas. Si vamos a un restaurante se da una secuencia similar para todos, llegamos, pedimos una mesa, nos sentamos, miramos el menú, pedimos, comemos, pedimos la cuenta y pagamos y nos vamos. Si no se dan estos pasos nos desconcierta y lo vemos cuando relatamos a alguien una experiencia, como la del restaurante, aunque sea secundario, se espera que una secuencia como la que acabamos de ver, si relatamos que pagamos antes de comernos el chuletón que pedimos, el interlocutor se pierde, se desconcierta. Esto lo vemos muy acusado en los pacientes con lesiones frontales, son mucho más sensibles a los cambios secuenciales.

Cuando pedimos que se establezca una secuencia en una tarea nueva, sucede algo parecido, hay una secuencia lógica, no se construye una casa empezando por el tejado, y aquí, nuevamente se observó una gran diferencia entre individuos sanos y los que tenían alteraciones en la región frontal, especialmente en la CPF dorsolateral, señalando la importancia de esta región cerebral en la secuenciación, aunque ya hemos visto que también participan otras regiones cerebrales (parietales).

SUPERVISIÓN.
En el contexto de los procesos ejecutivos, la supervisión es la evaluación de cómo uno mismo realiza una tarea, mientras la está realizando, que no es lo mismo que evaluar una tarea para mejorar, proceso que se realiza después de  finalizar la tarea. 

Los estudios de neuroimagen muestran que las tareas de supervisión se realizan en la CPF izquierda, aunque también se activa la CPF dorsolateral, lo cual indica una vez más que la supervisión es un proceso ejecutivo.

Un aspecto que también llamó  la atención fue el de la supervisión de los errores. Estudios comportamentales mostraron que se señalizan los errores  siempre que se detecta una falta de coincidencia entre la respuesta que se ha dado y la respuesta correcta, donde la última se determina por la información que se va acumulando después de que se haya escogido la respuesta inicial. Este proceso de supervisión de errores parece que se generaría en una estructura de la línea media  de la corteza frontal, posiblemente el cíngulo anterior.

En el próximo capítulo desarrollaremos un tema apasionante, el de las emociones y la cognición,  quién no ha tenido la sensación de bloqueo ante una momento de enfado, “estoy tan furioso que no puedo pensar con claridad”. Si quieres saber por qué, te lo explicamos en breve. 


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