Gauron (1984) ha recogido las distorsiones cognitivas que más comúnmente cometen los jugadores:
- La perfección es necesaria: Una de las ideas irracionales o distorsiones cognitivas que con más frecuencia cometen los deportistas es la de que deben ser competentes y perfectos en todo lo que intentan. Los deportistas que piensan que deben ser perfectos se culparán a sí mismos por cualquier fallo que cometan. Su autoconcepto será muy bajo cuando se equivoquen. Este tipo de distorsión conduce, además, a que el jugador esté presionado y no disfrute con el juego y no rinda óptimamente.
- Catastrofizar: Acompaña normalmente a las tendencias perfeccionistas. Si el deportista cree que cualquier fallo es un desastre humillante, hay que actuar sobre esta distorsión. Pensar que las derrotas son catástrofes no servirá de nada. Sólo resulta útil corregir defectos y prever, dentro de lo humanamente posible, acontecimientos futuros.
- La valía personal depende del éxito: Hay que ayudar a los jugadores a que se valoren no sólo por el éxito (ganar, jugar de titular…) sino por su contribución general al equipo (mayor muchas veces de la que perciben) y por el esfuerzo personal que como profesionales realizan para superarse, y en dónde sí deben exigirse.
- Culpar: Nada se gana con poner excusas o con atribuir los fallos a otros. De la misma manera, tampoco se consigue nada con atribuirse todas las culpas de la derrota. El psicólogo debe ayudar a los jugadores y entrenadores a realizar atribuciones adecuadas de responsabilidad sobre su actuación y rendimiento.
- Pensamiento polarizado: Es la tendencia a ver las cosas y las personas en términos de todo o nada (pensamiento absolutista) El pensamiento de todo o nada conduce al deportista a categorizar cualquier evento como exitoso o no exitoso, bueno o malo. Este pensamiento también suele presentarse en forma de etiquetaciones: "Este es un equipo perdedor"; "no tienen agresividad"; "son un equipo faltón…" Describir evaluativamente algo o alguien en dos o tres palabras estereotipadas es muy negativo ya que los deportistas tienden a introyectarlas, pasando así a formar parte de su autoconcepto e influyendo en sus expectativas. Las etiquetas, además, son muy difíciles de eliminar; conviene, por ello, intentar evitar este tipo de lenguaje categórico.
- Sobregeneralizar: A partir de unas pocas experiencias, inferir una frase válida para todo tipo de situaciones. Es concluir sin tener suficiente apoyo empírico para ello. Ejemplo: a partir de que dos partidos no se jugaron bien en una determinada cancha, afirmar que no se hacen buenos partidos en ese lugar.
- Personalizar: Verse a sí mismo como causa de las derrotas y de los fracasos. Ejemplo: "Hemos perdido el partido porque yo fallé el lanzamiento en el último minuto."
Después de los partidos se analiza objetivamente, con la ayuda del vídeo, la actuación del equipo.
El psicólogo, los jugadores y el entrenador tienen que estar muy atentos a cualquier tipo de verbalización y evaluación que sobre lo sucedido en la cancha se haga.
Particularmente, hay que identificar y modificar las distorsiones anteriormente descritas porque pueden afectar al ánimo de los jugadores.
De lo que se trata, en suma, es de realizar un análisis objetivo de lo sucedido en el partido, o sea, analizar los hechos de modo que se ajusten lo más posible a lo acontecido durante el partido.
Para ello, podemos servirnos de la reestructuración cognitiva que también se usa en clínica. Consiste básicamente en lo siguiente:
1. Lo que los jugadores manifiestan son hipótesis que deben ser comprobadas o rechazadas por la evidencia empírica.
2. Hay que buscar la evidencia que pruebe que lo que se dice es efectivamente así.
3. Discutir las opiniones a la luz de la evidencia encontrada (Beck, 1984).
Para practicar una reestructuración cognitiva a un equipo de jugadores puede seguirse el esquema que Andrés, y Bas (1994) proponen para el ámbito clínico, que puede trasladarse al área deportiva sin mayor problema.
Conclusiones
En definitiva, se trata de que los jugadores y deportistas perciban al psicólogo como un entrenador más, sólo que en el aspecto mental o de mental training (Williams, 1993).
Así como un entrenamiento diario físico técnico y táctico conduce a que los jugadores afronten la competición preparados en éstas áreas, un entrenamiento en este caso cognitivo -lo cual no excluye, evidentemente, que puedan usarse otras técnicas para otros niveles dentro del triple sistema de respuesta- puede contribuir a que los jugadores posean una adecuada preparación en el aspecto psicológico.
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