martes, 6 de marzo de 2012

factores que erosionan el paso del beisbol menor al mayor

factores que erosionan la transicion del beisbol menor al beisbol mayor Aunque el documento instructivo del béisbol menor Criollitos de Venezuela no contempla proyectar niños al profesional, ya que sus objetivos están enfocados solamente como deporte, entretenimiento, recreación y cultura, sin alcanzar el rol de academia deportiva dirigida hacia la alta competencia como lo dice claramente su texto, cierto es que detrás de todo ese propósito está la otra realidad de que la masa de talentos sí tiene ganas de hacer carrera profesional toda vez que al frente hay un sistema con grandes oportunidades de trabajo. De hecho, cuando se hace una encuesta alrededor de los niños y jóvenes peloteros en cualquier momento y cualquier lugar, alrededor del 90 por ciento piensa en las posibilidades de hacerse peloteros de grandes ligas. Pero en el béisbol, si no se tiene el nivel técnico requerido de cada herramienta exigida por las organizaciones profesionales, no será posible trabajar en ellas. Entonces cada pelotero del béisbol menor debe hacer el grado en el marco de una fase de transición que se complica a partir de la categoría pre-junior y hay peligros que deben anunciarse para prevenir el fracaso precoz de quienes tengan intenciones de dar el gran salto, siendo ésta la intención y objetivo fundamental de esta presentación. Dicen que ojos que no ven corazón que no siente. Pero en el béisbol ojos que no ven corazón que sí siente. Y es que andar un poquito ciego sin información, sin organización ni conocimientos es muy peligroso ya que el tiempo es un gobernante que al principio es un buen amigo pero si lo pierdes se convierte en el peor enemigo. La sobrepoblación de peloteros en las edades de 16 a 18 años que con frecuencia se observan en los tryouts, reflejan claramente esta triste realidad debido a la limitada capacidad técnica que se observa en el 95% de los participantes a pesar de haber tenido tanto tiempo por delante para lograrlo con cómodo impulso desde los 11 años de edad. Y de verdad hay un problema de múltiples factores que están impidiendo el triunfo de la masa de talentos, no solo del béisbol sino en todos los deportes. Dichos factores son los siguientes. factor de erosion #1 El primer gran problema está en la fase de los 12 y 16 años de edad. El cambio de sistema de educación básica a la educación media; la pubertad; los cambios psicológicos y de personalidad que produce la adolescencia incluyendo la desobediencia; las diversiones; las reuniones de amigos; los juegos electrónicos; el chateo; la novia; la playa; la cervecita; el cigarrito; el trasnocho; la rumba, etc., se compactan para sacarlos lentamente de la frecuencia deportiva y ocasionan intentos en falso en muchos atletas. Entonces la nueva generación tiene que aprender a pasar este rio crecido. Pero a todo esto se suman otros problemas que deben superar en relación a que los padres viven tomando decisiones improvisadas, ya que nadie aprende a ser padre o madre hasta que tiene un hijo y es el hijo el que los enseña a ser padres. El problema es que ellos quieren hacer lo mismo en el béisbol, improvisando demasiado con sus creencias frente a un mundo de alta tecnología avanzada como lo es el béisbol hoy día. Ellos siempre creen que tienen un truquito, un secreto para hacerlo a su manera, tienen el invento de una nueva rueda. Pero es que no se puede negar que siempre hay la tendencia a enamorarse de los hijos, a verlos de una forma de grandeza sobre dimensionada que se sube hasta los niveles de orgullo, sobre todo si los amigos, vecinos y familiares van inflando el orgullo definiéndolos como “GRANDES Y GALANES”. Pero esa situación empalagosa no es congruente con la enorme cantidad de trabajo que se requiere para trascender del béisbol menor al béisbol profesional. Entonces es bueno saber que en el béisbol no se seleccionan los peloteros en CASTINGS de galanes sino en TRYOUTS de talento deportivo donde tienen que registrar rigurosas marcas mínimas, demostrar habilidades, potencia, fuerza, velocidad, tecnología, agilidad y rapidez mental precisa. factor de erosion #2 El nivel de preparación técnica que han venido logrando los peloteros en el béisbol menor no conecta consistentemente con las exigencias del béisbol profesional, dado que precisamente los objetivos recreacionales expresados en el propio Instructivo del Béisbol Menor eximen a los entrenadores de transmitir tecnología pero entonces también de estudiarla factor de erosion #3 Con mucho respeto por la gran cantidad de entrenadores que están dedicados a la enseñanza con bastante vocación y no hay duda de la calidad de su labor y gracias a ellos el béisbol se mantiene pujante en la sociedad deportiva como el deporte nacional. Sin embargo, queremos decir que todavía persiste cierta anarquía en los conceptos técnicos que está fuera de control. En un alto porcentaje de escuelas explican las cosas como las creen o como dice la tradición y no como debe ser según conocimiento actualizado. A esto se suma el hecho que alrededor del béisbol menor muchas personas saben demasiado y no aceptan corrección. Aquellas experiencias cuando jugaron alguna vez, son demasiado obsoletas con relación al béisbol avanzado que tenemos hoy día y siguen los mejoramientos por estudios científicos, sobre todo en materia de mecánica, biomecánica y biodinámica para mejorar el rendimiento la capacidad humana. De manera que los caprichos, el orgullo, el desconocimiento y la desactualizacion conforman el 3er Factor de Erosió en la transición del béisbol menor al profesional. factor de erosion #4 El sistema de prácticas instalado en el país de dos horas una o dos veces a la semana para grupos superiores a 20 alumnos corresponden a PRACTICAS GENERALES y no a desarrollo de herramientas. No es posible trascender al profesional a base de prácticas generales solamente. Es importante resaltar la importancia de esas prácticas y juegos pero el error está en creer que eso sea todo lo que se necesita para que la masa deportiva desarrolle todas sus herramientas con el nivel de calidad exigido en el profesional. Simplemente falta la otra mitad: Desarrollo de Herramientas. Programas específicos de instrucción en mecánica de lanzamiento, de bateo, de fildeo, atletismo, con los cuales se puedan medir resultados. Lo más importante es la correcta instrucción y gran medida del entrenamiento, pero el entrenamiento total debe ponerlo el propio pelotero. El conocimiento es una base y a partir de allí todo depende del interés de cada quien. Enséñenme hacer una arepa y yo pongo una arepera. Usted solamente me enseña a correr y yo me encargo de lo demás. Yo te enseño los secretos de la mecánica de bateo y todo lo demás debe depender de ti para perfeccionarlo y darle utilidad en el juego. Así se debe pensar, pero tienes que buscar el conocimiento preciso de las cosas. No se puede permanecer dos años aprendiendo mecánica de bateo o de picheo o de fildeo o de atletismo sin progreso notorio. Algo estará pasando. Hay representantes que llevan a sus niños para que un entrenador idolatrado se los VEA. Bueno, pues el entrenador se los VE con una simulación de chequeo, les cobra, y ya. Es algo así como llevarlos a bendecirlos. Así tampoco se puede avanzar. El defecto está en querer ver grandes efectos instantáneos con clases de un ratito, negándose a participar en programas de carrera profesional en forma gradual de fundamentos sólidos y organizados. El chance que tienen los peloteros firmados de llegar a grandes ligas es del 10 al 12%. Pero el chance de alcanzar la firma es de 1/1000. Ahora, bajo esta forma de hacer las cosas pues la relación es de 1/1.000.000. Entonces la solución será modificar este factor de posibilidades a condiciones de certeza más favorables, por ejemplo 1/500 o 1/100, apoyándose en asesoría técnica para constatar el talento y desarrollarlo en cada herramienta con conocimientos actualizados a través de un programa de entrenamientos organizado y continuo aplicable a la posición de juego específica del atleta, que esté determinada de acuerdo a sus mejores facultades innatas. factor de erosion #5 En el béisbol menor hay una ola que tiene hipnotizados a los adultos y los imposibilita mirar el resto de las cosas. Y tanto han dado que ya la información es manejada inconvenientemente sobredimensionada. Es el tema de los promedios de bateo. Parece que con eso han descubierto el agua tibia y al no salir del asombro tampoco salen de la bañera. Ahí andan metidos. Nadie se preocupa con la debida diligencia por la mecánica de lanzamiento que es la más riesgosa de todas, la técnica de fildeo, la técnica del cátcher, la técnica y velocidad de carrera ni los fundamentos. Nada de eso se está atendiendo como debe ser por estar pensando en los intergalácticos promedios de .700 y .800 y los burlistos promedios de .900 y 1.000. Es decir, que aquí en el béisbol menor parecen haber definido dos categorías: CATEGORÍA de ORGULLO “reservada” para los que dan los hits y CATEGORÍA DE VERGÜENZA “designada” para los que ponen los outs. Los que ponen los outs tienen promedio chimbo de 100 y los que dan los hits tienen promedio de .900. Y nadie quiere ser de la categoría de los outs. No aceptan que sus hijos sean out. Y por eso pelean con sus hijos y con los entrenadores y con todo el que se le presente por el medio. Y viven molestos y frustrados toda la semana. Todos quieren vivir en la pasarela con la cara más arriba y el bailecito de los .900. Es decir, el perreo. Los que tienen promedio de .700 buscan a los que tienen .100 para terminar de aporrearlos contándoles todos trucos que están utilizando para que sus hijos sean de .700 y se vuelven instructores señalando las fallas inventadas por las cuales el hijo de su amigo no bateó hits. O si no, los de .800 se ponen de acuerdo para desayunar juntos. Miren, estaría bien que exageraran con un promedio racional de .500 haciendo valer que los pitchers también tienen una cuota de 50%. Pero no, aquí hay que arrebatarles ferozmente una tajada al mérito de los pitchers y seguir pensando en los averages intergalácticos superiores a .700. La ansiedad no deja espacio para el raciocinio. Un promedio de .400 es fabuloso pero por ahí andan llorando muchos que tienen ese promedio. Temen de acercarse al grupo de la vergüenza. La ansiedad de promedios que alguien desvió, de verdad está destruyendo hasta la salud familiar. Los papás peleando con los niños, Las mamás peleando con los papás para defender a sus niños, los papás sufriendo porque no pueden soportar que los miren los demás papás porque su hijo no dio el hit de impulsar la carrera que faltó, o porque su promedio se fue de la categoría orgullosa a la categoría vergonzosa que ellos han establecido. Necesitan al entrenador a su lado en los juegos para que les laven la cara y tener a quien descargarle la culpa de la vergüenza si su hijo no batea un rectazo de un buen pitcher. Y van con todo sobre el entrenador alegando que no ha hecho un buen trabajo para corregirle la mecánica y le empiezan a explicar los defectos inventados que vieron en el swing por lo cual el nino se ponchó, sin ser objetivos por los méritos del pitcher que si está trabajando en serio. Y así son víctimas de sus propias creaciones irracionales que surgen del mal manejo de información. El Glorioso Alfonso Chico Carrasquel, dejó promedio de por vida en las Grandes ligas de .255. En la Liga Profesional Venezolana dejó promedio de por vida de .277. El legendario Tyrus Raymond - Ty Cobb, miembro del Salón de la Fama de la MLB, quien posee el record de promedio de por vida en las Grandes Ligas dejó una marca de .367. Pero para los padres del béisbol menor en Venezuela, !al diablo esas cifras! Esos señores solamente alcanzaron la categoría de la vergüenza que no supera los .400. Mejor ellos siguen su camino con sus hijos y van por lo suyo manteniendo su posición de querer .700, .800 y .900. Eso está completamente equivocado y es señal de ignorancia sobre béisbol. Cuando un niño tiene promedio de más de .500 en una temporada completa es posible que tenga gran talento pero entonces hay que comprobar si el nivel que está jugando es el correcto. No obstante debe entenderse que para aprovechar ese talento lo importante es lo que se llama en el béisbol el Overall Future Potential. Si hay niños con promedios de .140 por mucho tiempo, entonces sí que algo está pasando en su bateo y hay que ayudarlo, pero no estresarlo pidiéndole que haga algo que simplemente no puede hacer todavía y declararlo del grupo de la vergüenza. factor de erosion # 6 Con esos comportamientos nos encontramos entrampados y es difícil canalizar la prospectiva de talento ya que impiden que se publiquen los datos y trabajos de estudio e investigación. Los valores que se han conseguido cuidadosamente para medir el talento a las distintas edades del béisbol menor y que debería ser un informe público para que todos lo conozcan y se abran oportunidades ciertas para todos, no se puede publicar debido a la brutal exigencia y presión observada en muchísimos adultos hacia los niños jugadores ya que con toda seguridad ésta se transformaría en instrumento para que esos mismos adultos nerviosos u orgullosos, desvíen la administración de la información y más bien multipliquen su carga de presión sobre los niños y entrenadores con graves consecuencias psicológicas e incluso de lesiones. Por ejemplo si dijéramos que la velocidad promedio de lanzamiento en niños de 9 años está en el orden de x millas por hora, eso sería un manjar para los padres orgullosos de hijos supermanes. Pues no es muy difícil imaginarse la epidemia de señores apretando a sus hijos y a los entrenadores para aumentar su velocidad, solamente para alimentar el ego de presumir que sus hijos también tienen “un cañón”. La palabra cañón es deliciosa para el orgulloso. Van a desconocer la importancia que representa la perfección de la mecánica de picheo y las condiciones físicas para desarrollar millas por hora adicionales en forma saludable y van a querer el cañón para mañana. Pero después ni se diga del intercambio de acusaciones y pleitos que surgirían cuando alguno de esos niños comience a sufrir dolores en el codo, los hombros y otros grupos musculares y coyunturas debido precisamente a la irresponsabilidad de meterle apuro a lo que no se debe, al desconocimiento técnico y a la falta de especialistas en la materia. Bueno pues así se acabaría el béisbol. Yo creo que eso de ir a las escuelas a comprar promedio porque mañana hay juego o a comprar millas porque mañana pichan tiene que orientarse y hacer ver que ni una mecánica de picheo ni de bateo se aprende en una clase ni tampoco va a tener efectos como una carga de batería para el juego de mañana. Tanto aprender a batear bien, que es lo más difícil de todos los deportes, como pichar con potencia y control, requiere un proceso de aprendizaje, coordinación y fortalecimiento muscular permanente a través de un período superior a un año dedicado. Solamente corrigiendo toda esta problemática será posible que las nuevas generaciones de talento puedan trascender al profesional con mayores probabilidades y posibilidades de éxito.

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