FACTOR DE EROSIÓN #6
Con esos comportamientos nos encontramos entrampados y es difícil canalizar la prospectiva de talento ya que impiden que se publiquen los datos y trabajos de estudio e investigación. Los valores que se han conseguido cuidadosamente para medir el talento a las distintas edades del béisbol menor y que debería ser un informe público para que todos lo conozcan y se abran oportunidades ciertas para todos, no se puede publicar debido a la brutal exigencia y presión observada en muchísimos adultos hacia los niños jugadores ya que con toda seguridad ésta se transformaría en instrumento para que esos mismos adultos nerviosos u orgullosos, desvíen la administración de la información y más bien multipliquen su carga de presión sobre los niños y entrenadores con graves consecuencias psicológicas e incluso de lesiones.
Por ejemplo si dijéramos que la velocidad promedio de lanzamiento en niños de 9 años está en el orden de x millas por hora, eso sería un manjar para los padres orgullosos de hijos supermanes. Pues no es muy difícil imaginarse la epidemia de señores apretando a sus hijos y a los entrenadores para aumentar su velocidad, solamente para alimentar el ego de presumir que sus hijos también tienen “un cañón”. La palabra cañón es deliciosa para el orgulloso. Van a desconocer la importancia que representa la perfección de la mecánica de picheo y las condiciones físicas para desarrollar millas por hora adicionales en forma saludable y van a querer el cañón para mañana. Pero después ni se diga del intercambio de acusaciones y pleitos que surgirían cuando alguno de esos niños comience a sufrir dolores en el codo, los hombros y otros grupos musculares y coyunturas debido precisamente a la irresponsabilidad de meterle apuro a lo que no se debe, al desconocimiento técnico y a la falta de especialistas en la materia. Bueno pues así se acabaría el béisbol. Yo creo que eso de ir a las escuelas a comprar promedio porque mañana hay juego o a comprar millas porque mañana pichan tiene que orientarse y hacer ver que ni una mecánica de picheo ni de bateo se aprende en una clase ni tampoco va a tener efectos como una carga de batería para el juego de mañana. Tanto aprender a batear bien, que es lo más difícil de todos los deportes, como pichar con potencia y control, requiere un proceso de aprendizaje, coordinación y fortalecimiento muscular permanente a través de un período superior a un año dedicado.
Solamente corrigiendo toda esta problemática será posible que las nuevas generaciones de talento puedan trascender al profesional con mayores probabilidades y posibilidades de éxito.
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