jueves, 31 de mayo de 2012

el umpire y bases sobre su formacion en el baloncesto


Palabras claves: BALONCESTO/ARBITRAJE/DEPORTES
Título: El árbitro de baloncesto. Principios y bases teóricas sobre su formación
Autor(es): Miguel Angel Betancor León
Email: miguelb@cicei.ulpgc.es

Resumen:

Con este trabajo hemos querido insistir en la necesidad de un nuevo planteamiento formativo dentro de la actividad arbitral, un novedoso método que dé cuenta de las necesidades y problemas con las que se encuentra un colegiado en una realidad deportiva cambiante que encara con esperanza los retos del siglo XXI. Atrás queda la imagen del árbitro como entidad impuesta por el estamento federativo que se limita a controlar y a aplicar el reglamento establecido. Intervienen otros muchos factores y condicionantes: ámbitos como el educativo, el psicólogico, el sociólogico, el jurídico y el propio deportivo evidencian una dimensión social de la que el árbitro no puede ni debe ser ajeno. Su radio de acción se amplía y con él su responsabilidad en un deporte, el baloncesto, que cada día requiere una mayor entrega y dedicación.


Texto completo
Introducción
La formación arbitral tradicionalmente ha descansado en la acción particular de personas, estamentos o comités (colegios, escuelas, centros de formación) que, sin estar sujetos a una organización reglada, de manera altruista y vocacional, han intentado elevar el nivel deportivo de los árbitros, introduciendo en sus enseñanzas diferentes materias que contribuyesen al perfeccionamiento de sus árbitros, informadores y auxiliares.
La acreditación de la condición de árbitro depende, incluso hoy día, de cada federación o colegio de árbitros en particular, siendo lo normal que dicha acreditación se obtenga en un curso de breve intervalo de tiempo (de diez a cuarenta horas), dirigido por un árbitro que cumple la función de director técnico, incluyendo materias basadas en el reglamento de juego y en la mecánica arbitral.
En otras ocasiones, por contra, se añaden materias curriculares que van desde la Historia del Baloncesto hasta la preparación física del árbitro, pero de una manera general y más bien como un requisito formal. Estas exigencias mínimas se quedan por desgracia ahí, en el momento puntual en el que se solicitan, olvidándose por completo una vez que se ha obtenido tal acreditación. Este endeble conocimiento se debe a la premura del curso y a la necesidad de contar de inmediato con árbitros para la competición y, en consecuencia, los contenidos se fundamentan más en la memorización que en la interpretación. La superación de una prueba teórica le otorgará su acreditación, enfrentándose posteriormente a lo que algún árbitro ha denominado "el bautismo de fuego": arbitrar su primer partido oficial.
Igualmente, los estamentos que se encargan de la formación y desarrollo de los árbitros, suelen mostrarse por lo general muy pasivos, manifestando más su carácter administrativo y burocrático (cuya labor básica se limita al nombramiento y designación de partidos) que su funcionalidad formativa (basada en sesiones sobre comentarios de las reglas de juego, situaciones mecánicas del arbitraje, visionado de películas, pruebas escritas y, de manera excepcional, la realización de una clínica técnica al final de temporada).
En este sentido, en lugar de constituirse en promotores de la actividad arbitral se convierten en receptores de esa actividad. Ante la necesidad apremiante de contar con "árbitros" que saquen adelante el enorme número de encuentros en cada federación, estos organismos suelen desarrollar de forma interesada campañas de captación de árbitros, basadas fundamentalmente en una recompensa económica por partido arbitrado, o bien, de forma esporádica, en la promoción del arbitraje para un mejor conocimiento del baloncesto, como la realizada por el Centro de Formación de Arbitros de la Federación Grancanaria cuyo lema indica "conoce el baloncesto arbitrando".
Consideramos que esta actividad es la vía fundamental para la promoción del arbitraje puesto que supone una forma de captación que lleva implícita una nueva filosofía formativa del mismo. En este centro, el arbitraje se entiende como una herramienta educativa para el conocimiento técnico del baloncesto y como un medio para la formación integral del individuo, pudiéndose convertir en un vehículo de integración sociodeportiva, hasta tal punto que el joven árbitro puede ejercer de jugador, entrenador y colegiado a la vez, según las categorías deportivas en las que intervenga.
Todo ello haría frente a la percepción negativa que se tiene del arbitraje, evitándose determinados tópicos como "el arbitraje no tiene futuro", "los que no pueden entrenar son árbitros", "los árbitros no son deportistas", "los árbitros no son dignos de respeto", "arbitrar no es una profesión de verdad", etc.
Consideramos que la institución arbitral debería convertirse en un foco de reflexión, debate, promoción y estudio de la práctica arbitral a través de actividades que promuevan su avance y prestigio sociodeportivo (campus, clínicas, jornadas, etc.). Este tipo de acciones corre el peligro, si no se plantea adecuadamente, de servir de mero escaparte sin finalidad alguna; en algunos casos incluso el interés económico suele primar sobre el interés formativo.
Ante este panorama y con el fin de elaborar un currículum formativo válido para el colectivo arbitral, cabe plantearse, en un primer momento, los siguientes interrogantes: ¿qué modelo de colegio o escuela o centro de formación arbitral se quiere y qué tipo de enseñanza y de árbitro se acepta como válido?

La formación arbitral
La actividad o acción formativa del árbitro de baloncesto se enmarca en un entorno y en una estructura específicas donde el formador y el árbitro comparten el programa formativo. Pero para que haya formación es necesario que exista una clara participación entre el formador y el árbitro con el fin de poder conseguir los objetivos marcados. Como describe Honoré (1980) "Es la interexperiencia del entorno humano lo que constituye el suelo, el centro de gravedad de la formación, cualquiera que sea su forma". La comunicación entre los elementos intervinientes en el período de formación facilita, por consiguiente, el propio aprendizaje.
La noción de formación comporta diversos planteamientos y sentidos. En el campo específico del arbitraje y, concretamente en el del baloncesto, hay que indicar que este término no rehuye su relación con otros como enseñanza, educación, entrenamiento, etc., sino que más bien lo complementa. Igualmente la noción de formación engloba y asume al árbitro como persona en un ambiente humano, social y deportivo, no constriñéndolo a un aspecto puramente técnico (primero se es persona y luego árbitro).
La noción de formación, por otra parte, comporta una serie de variables que afectan al árbitro en cuanto persona: su interés por formarse, su capacidad para formarse, sus ganas de formación y el grado de comunicación con los compañeros en la transmisión de experiencias y conocimientos que faciliten el perfeccionamiento arbitral individual y colectivamente.
El elemento principal para que un sistema deportivo alcance cotas satisfactorias de calidad radica en la formación de sus miembros.
La formación del árbitro no puede ajustarse exclusivamente a un marco conceptual de la noción de árbitro en sí mismo. Pitar, que es algo que cualquiera hace en una actividad o momento deportivo, no es lo mismo que arbitrar (ser un árbitro).
Arbitrar supone tratar con otras personas (jugadores, entrenadores, directivos, público, mass-media, otros árbitros o auxiliares, informadores y supervisores, etc.) que trabajan en organizaciones (clubes, federaciones, prensa, radio, televisión, colegios de árbitros, escuelas deportivas) para conseguir la mejor eficacia y eficiencia arbitral posible.
En esta afirmación se comprenden los diferentes ámbitos que hemos considerado y que vienen a configurar los fundamentos de una dimensión conceptual diferenciada de la formación del árbitro: los árbitros como profesionales, las escuelas, colegios, asociaciones, centros de formación donde se imparten las enseñanzas para asumir la labor arbitral.
El Centro de Formación de Arbitraje "Alfredo Volpini" de Las Palmas de Gran Canaria, utiliza un método en donde pueden participar como miembros del Centro todos los jugadores en activo que quieran, con el fin no sólo de arbitrar competiciones en la iniciación sino también con la finalidad de conocer el baloncesto desde la perspectiva del arbitraje, proporcionándoseles una formación más amplia en la que se ha comprobado que los futuros árbitros desarrollan una mejor comprensión del baloncesto para la toma de decisiones arbitrales.
La acción arbitral como profesión requiere que las personas que la ejecuten tengan una preparación adecuada de la ciencia, técnica y arte de la misma, es decir, que posean capacidad profesional. Dicha profesionalidad debe circunscribirse a su formación inicial y permanente, con la puesta al día en diversos ámbitos curriculares y mediante una relación estrecha con la práctica arbitral actual.
Se trata de una formación en la que se ha de combinar el conocimiento técnico (reglamento, normativas legales, derechos y deberes, conocimiento del juego, señalización y mecánica del arbitraje, etc.) con el cómo desarrollar en la práctica los mismos (comunicación arbitral, interpretación del juego, lenguaje no verbal, lenguaje verbal, etc.). Es una formación basada en QUE conocer y en COMO hacerlo.
La formación del árbitro puede ser considerada como un tipo de formación profesional, dado que forma profesionales del arbitraje.
La formación del árbitro representa uno de los elementos fundamentales a través de los cuales el Currículo del Arbitraje (qué enseñar, para qué, cómo, cuándo, quién, cómo evaluar) deberá en un futuro inmediato intervenir y contribuir a la mejora de la calidad de la formación arbitral, proporcionando un diseño curricular ajustado a las necesidades.
La formación del árbitro se presenta como una red disciplinar en la que su progresiva proyección pone de manifiesto un esfuerzo de afianzamiento epistemológico permanente que dé, en un futuro, rigurosidad a sus paradigmas formativos y a sus modelos y métodos de investigación.
Los planes de formación debieran ser estudiados y analizados por expertos en los ámbitos específicos de las ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Sociología del Deporte, Psicología del Deporte, Pedagogía del Deporte, Educación Física y Deportes, etc.) y su relación, al objeto de realizar propuestas de diseño formativas, diseños que por otro lado requieren "ir elaborando propuestas", tanto teóricas como prácticas, didácticas y organizativas, que sean capaces de integrar un conjunto multidisciplinar, que sea de utilidad para la mejor respuesta formativa que facilite la toma de decisiones arbitrales, frente al actual aislamiento y fragmentación que presentan la mayoría de las disciplinas deportivas en sus contextos arbitrales. Se hace manifiesta la necesidad de introducir en el marco curricular de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, una materia de estudio y análisis que recoja el conjunto posible de elementos que intervienen o afectan en alguna medida al Arbitraje Deportivo, al objeto de que dicha materia constituya un referente psico-pedagógico en la formación de futuros ciudadanos. Un profesional de la actividad física y el deporte suficientemente formado en el ámbito arbitral será capaz de transmitir a los grupos de sujetos con los que interactúa el conjunto de conocimientos suficientes para generar en los mismos actitudes positivas ante el hecho arbitral, lo cual repercutiría en una concepción comprensiva del arbitraje y del árbitro como un deportista.
La educación recibida desde este marco generaría la adquisición de comportamientos actitudinales positivos en el contexto de las interrelaciones deportivas y sociales (disminución de la agresividad, respeto mutuo, mayor disfrute del deporte, conocimiento del juego, etc.).
En la actualidad el árbitro vive en un mundo deportivo de presión por parte de los jugadores, entrenadores, espectadores, tal como lo demuestra Carol Phillips (1985), donde las reacciones negativas por parte de los participantes son también una parte esperada del juego. Reacciones negativas por parte de ellos son evidentes en todas las esferas del deporte.
Por todo ello consideramos que esta alternativa educativa desde los centros escolares reduciría notablemente esta imagen negativa de los árbitros; se adquirirían buenos conocimientos del deporte y se disfrutaría de un mejor deporte.
La formación arbitral necesita elaborar un marco que sea clarificador y oriente su mejora, concrete propuestas programáticas y de investigación y aporte datos que faciliten y perfeccionen ese marco.
La formación del árbitro de baloncesto requiere de un estudio propio (pasos formativos, preparación, profesionalización y socialización de los árbitros). Supone realmente un objeto de estudio específico de la formación del árbitro que le caracteriza de forma diferenciada frente a otros ámbitos del deporte. Además, la formación del árbitro conlleva diversos medios, métodos y modelos arbitrales cuya finalidad será el análisis de los procesos que le permitan aprender a arbitrar.
La presencia de la comunidad científica universitaria que desarrolla su labor investigadora en el marco específico del arbitraje mediante determinados programas y proyectos de investigación facilitará y dará realce a los trabajos que en este sentido se lleven a cabo. En este campo, el Centro de Estudios del Arbitraje Deportivo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria constituye un hito en el acercamiento del arbitraje al marco de la ciencia, ofertando la posibilidad de instruir y educar a los responsables de la regulación del juego y del deporte en sus diferentes manifestaciones deportivas.
Con este Centro de Estudios se dará asimismo respuesta a los aspectos organizativos de los contextos arbitrales, a los aspectos curriculares, a los aspectos metodológicos del aprendizaje y a la intervención arbitral.
Así pues, la principal característica de este nuevo marco formativo deberá hallarse estrechamente vinculada a los diferentes contextos sociodeportivos sobre los que incidirá la formación y de los cuales se irán demandando y analizando aquellas necesidades de formación arbitral que permitan la contribución de una mejora efectiva del hecho arbitral.
La participación de los árbitros en los programas de investigación debe ser fundamental en la elaboración de los diseños y desarrollos, sobre todo, si se pretende crear un paradigma de investigación serio y riguroso que implique al colectivo sobre el que se dirige la formación arbitral.
En este sentido hay que llamar la atención de los políticos sobre la formación del árbitro como pieza clave del desarrollo del juego y del deporte desde una óptica técnica y humana, que comporta una sensibilidad social de la que no puede ser ajena la administración pública (prevención de situaciones violentas que puede conllevar la actividad deportiva: público, jugadores, otros intervinientes). E igualmente la Ley del Deporte español debería recoger la obligatoriedad de cursar unos periodos formativos que en cierta medida garanticen la calidad del árbitro, la toma de decisiones responsables y una ética profesional que respalde las diversas decisiones. Debiera ser un derecho y un deber de todo árbitro recibir una formación inicial que le cualifique y una formación permanente que le permita el crecimiento y conocimiento profesional progresivo.

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