Con esos comportamientos nos
encontramos entrampados y es difícil canalizar la prospectiva de talento ya que
impiden que se publiquen los datos y trabajos de estudio e investigación.
Los
valores que se han conseguido cuidadosamente para medir el talento a las
distintas edades del béisbol menor y que debería ser un informe público para
que todos lo conozcan y se abran oportunidades ciertas para todos, no se puede
publicar debido a la brutal exigencia y presión observada en muchísimos adultos
hacia los niños jugadores ya que con toda seguridad ésta se transformaría en
instrumento para que esos mismos adultos nerviosos u orgullosos, desvíen la
administración de la información y más bien multipliquen su carga de presión
sobre los niños y entrenadores con graves consecuencias psicológicas e incluso
de lesiones.
Por ejemplo si dijéramos que la
velocidad promedio de lanzamiento en niños de 9 años está en el orden de x
millas por hora, eso sería un manjar para los padres orgullosos de hijos
supermanes.
Pues no es muy difícil imaginarse la epidemia de señores apretando
a sus hijos y a los entrenadores para aumentar su velocidad, solamente para
alimentar el ego de presumir que sus hijos también tienen “un cañón”.
La
palabra cañón es deliciosa para el orgulloso.
Van a desconocer la importancia
que representa la perfección de la mecánica de picheo y las condiciones físicas
para desarrollar millas por hora adicionales en forma saludable y van a querer el
cañón para mañana. Pero después ni se diga del intercambio de acusaciones y
pleitos que surgirían cuando alguno de esos niños comience a sufrir dolores en
el codo, los hombros y otros grupos musculares y coyunturas debido precisamente
a la irresponsabilidad de meterle apuro a lo que no se debe, al desconocimiento
técnico y a la falta de especialistas en la materia.
Bueno pues así se acabaría
el béisbol.
Yo creo que eso de ir a las escuelas a comprar promedio porque
mañana hay juego o a comprar millas porque mañana pichan tiene que orientarse y
hacer ver que ni una mecánica de picheo ni de bateo se aprende en una clase ni
tampoco va a tener efectos como una carga de batería para el juego de mañana.
Tanto aprender a batear bien, que es lo más difícil de todos los deportes, como
pichar con potencia y control, requiere un proceso de aprendizaje, coordinación
y fortalecimiento muscular permanente a través de un período superior a un año
dedicado.
Solamente corrigiendo toda esta
problemática será posible que las nuevas generaciones de talento puedan
trascender al profesional con mayores probabilidades y posibilidades de éxito.
En el béisbol menor hay una ola que
tiene hipnotizados a los adultos y los imposibilita mirar el resto de las
cosas.
Y tanto han dado que ya la información es manejada inconvenientemente
sobredimensionada.
Es el tema de los promedios de bateo.
Parece que con eso han
descubierto el agua tibia y al no salir del asombro tampoco salen de la bañera.
Ahí andan metidos.
Nadie se preocupa con la debida diligencia por la mecánica
de lanzamiento que es la más riesgosa de todas, la técnica de fildeo, la
técnica del cátcher, la técnica y velocidad de carrera ni los fundamentos.
Nada
de eso se está atendiendo como debe ser por estar pensando en los
intergalácticos promedios de .700 y .800 y los burlistos promedios de .900 y
1.000.
Es decir, que aquí en el béisbol menor parecen haber definido dos
categorías:
CATEGORÍA de ORGULLO “reservada” para los que dan los hits y
CATEGORÍA DE VERGÜENZA “designada” para los que ponen los outs.
Los que ponen
los outs tienen promedio chimbo de 100 y los que dan los hits tienen promedio
de .900.
Y nadie quiere ser de la categoría de los outs.
No aceptan que sus
hijos sean out.
Y por eso pelean con sus hijos y con los entrenadores y con
todo el que se le presente por el medio.
Y viven molestos y frustrados toda la
semana.
Todos quieren vivir en la pasarela con la cara más arriba y el
bailecito de los .900.
Es decir, el perreo.
Los que tienen promedio de .700
buscan a los que tienen .100 para terminar de aporrearlos contándoles todos
trucos que están utilizando para que sus hijos sean de .700 y se vuelven
instructores señalando las fallas inventadas por las cuales el hijo de su amigo
no bateó hits.
O si no, los de .800 se ponen de acuerdo para desayunar juntos.
Miren, estaría bien que exageraran con un promedio racional de .500 haciendo
valer que los pitchers también tienen una cuota de 50%.
Pero no, aquí hay que
arrebatarles ferozmente una tajada al mérito de los pitchers y seguir pensando
en los averages intergalácticos superiores a .700.
La ansiedad no deja espacio
para el raciocinio.
Un promedio de .400 es fabuloso pero por ahí andan llorando
muchos que tienen ese promedio.
Temen de acercarse al grupo de la vergüenza.
La
ansiedad de promedios que alguien desvió, de verdad está destruyendo hasta la
salud familiar.
Los papás peleando con los niños, Las mamás peleando con los
papás para defender a sus niños, los papás sufriendo porque no pueden soportar
que los miren los demás papás porque su hijo no dio el hit de impulsar la
carrera que faltó, o porque su promedio se fue de la categoría orgullosa a la
categoría vergonzosa que ellos han establecido.
Necesitan al entrenador a su
lado en los juegos para que les laven la cara y tener a quien descargarle la
culpa de la vergüenza si su hijo no batea un rectazo de un buen pitcher.
Y van
con todo sobre el entrenador alegando que no ha hecho un buen trabajo para
corregirle la mecánica y le empiezan a explicar los defectos inventados que
vieron en el swing por lo cual el chamo se ponchó, sin ser objetivos por los
méritos del pitcher que si está trabajando en serio.
Y así son víctimas de sus
propias creaciones irracionales que surgen del mal manejo de información.
El
Glorioso Alfonso Chico Carrasquel, dejó promedio de por vida en las Grandes
ligas de .255. En la Liga Profesional Venezolana dejó promedio de por vida de
.277.
El legendario Tyrus Raymond - Ty Cobb, miembro del Salón de la Fama de la
MLB, quien posee el record de promedio de por vida en las Grandes Ligas dejó
una marca de .367.
Pero para los padres del béisbol menor en Venezuela, !al
diablo esas cifras!
Esos señores solamente alcanzaron la categoría de la
vergüenza que no supera los .400.
Mejor ellos siguen su camino con sus hijos y
van por lo suyo manteniendo su posición de querer .700, .800 y .900.
Eso está completamente equivocado y es
señal de ignorancia sobre béisbol.
Cuando un niño tiene promedio de más de
.500 en una temporada completa es posible que tenga gran talento pero entonces
hay que comprobar si el nivel que está jugando es el correcto.
No obstante debe
entenderse que para aprovechar ese talento lo importante es lo que se llama en
el béisbol el Overall Future Potential.
Si hay niños con promedios de .140 por
mucho tiempo, entonces sí que algo está pasando en su bateo y hay que ayudarlo,
pero no estresarlo pidiéndole que haga algo que simplemente no puede hacer
todavía y declararlo del grupo de la vergüenza.
El sistema de prácticas instalado en el
país de dos horas una o dos veces a la semana para grupos superiores a 20
alumnos corresponden a PRACTICAS GENERALES y no a desarrollo de herramientas.
No es posible trascender al profesional a base de prácticas generales
solamente.
Es importante resaltar la importancia de esas prácticas y juegos
pero el error está en creer que eso sea todo lo que se necesita para que la
masa deportiva desarrolle todas sus herramientas con el nivel de calidad
exigido en el profesional.
Simplemente falta la otra mitad:
Desarrollo de Herramientas.
Programas específicos de instrucción en mecánica de
lanzamiento, de bateo, de fildeo, atletismo, con los cuales se puedan medir
resultados.
Lo más importante es la correcta instrucción y gran medida del
entrenamiento, pero el entrenamiento total debe ponerlo el propio pelotero.
El
conocimiento es una base y a partir de allí todo depende del interés de cada
quien.
Enséñenme hacer una arepa y yo pongo una arepera. Usted solamente me
enseña a correr y yo me encargo de lo demás.
Yo te enseño los secretos de la
mecánica de bateo y todo lo demás debe depender de ti para perfeccionarlo y
darle utilidad en el juego.
Así se debe pensar, pero tienes que buscar el
conocimiento preciso de las cosas.
No se puede permanecer dos años aprendiendo
mecánica de bateo o de picheo o de fildeo o de atletismo sin progreso notorio.
Algo estará pasando.
Hay representantes que llevan a sus niños para que un
entrenador idolatrado se los VEA.
Bueno, pues el entrenador se los VE con una
simulación de chequeo, les cobra, y ya.
Es algo así como llevarlos a
bendecirlos.
Así tampoco se puede avanzar.
El defecto está en querer ver
grandes efectos instantáneos con clases de un ratico, negándose a participar en
programas de carrera profesional en forma gradual de fundamentos sólidos y
organizados.
El chance que tienen los peloteros
firmados de llegar a grandes ligas es del 10 al 12%. Pero el chance de alcanzar
la firma es de 1/1000. Ahora, bajo esta forma de hacer las cosas pues la relación
es de 1/1.000.000.
Entonces la solución será modificar
este factor de posibilidades a condiciones de certeza más favorables, por
ejemplo 1/500 o 1/100, apoyándose en asesoría técnica para constatar el talento
y desarrollarlo en cada herramienta con conocimientos actualizados a través de
un programa de entrenamientos organizado y continuo aplicable a la posición de
juego específica del atleta, que esté determinada de acuerdo a sus mejores
facultades innatas.
Con mucho respeto por la gran cantidad
de entrenadores que están dedicados a la enseñanza con bastante vocación y no
hay duda de la calidad de su labor y gracias a ellos el béisbol se
mantiene pujante en la sociedad deportiva como el deporte
nacional.
Sin embargo, queremos decir que todavía persiste
cierta anarquía en los conceptos técnicos que está fuera de control.
En un
alto porcentaje de escuelas explican las cosas como las creen o como dice la
tradición y no como debe ser según conocimiento actualizado.
A
esto se suma el hecho que alrededor del béisbol menor muchas personas saben
demasiado y no aceptan corrección.
Aquellas experiencias cuando jugaron
alguna vez, son demasiado obsoletas con relación al béisbol avanzado que
tenemos hoy día y siguen los mejoramientos por estudios científicos, sobre todo
en materia de mecánica, biomecánica y biodinámica para mejorar el rendimiento
la capacidad humana.
De manera que:
- los caprichos,
- el orgullo,
- el desconocimiento y
- la desactualizacion
- conforman el 3er Factor de Erosión en la transición del béisbol menor al profesional.
El nivel de preparación técnica que han
venido logrando los peloteros en el béisbol menor no conecta consistentemente
con las exigencias del béisbol profesional, dado que precisamente los objetivos
recreacionales expresados en el propio Instructivo del Béisbol Menor eximen a los
entrenadores de transmitir tecnología pero entonces también de estudiarla.
El primer gran problema está en la fase
de los 12 y 16 años de edad.
El cambio de sistema de educación básica a la
educación media; la pubertad; los cambios psicológicos y de personalidad que
produce la adolescencia incluyendo la desobediencia; las diversiones; las reuniones
de amigos; los juegos electrónicos; el chateo; la novia; la playa; la
cervecita; el cigarrito; el trasnocho; la rumba, etc., se compactan para
sacarlos lentamente de la frecuencia deportiva y ocasionan intentos en falso en
muchos atletas.
Entonces la nueva generación tiene que aprender a pasar este
rio crecido.
Pero a todo esto se suman otros
problemas que deben superar en relación a que los padres viven tomando
decisiones improvisadas, ya que nadie aprende a ser padre o madre hasta que
tiene un hijo y es el hijo el que los enseña a ser padres.
El problema es que
ellos quieren hacer lo mismo en el béisbol, improvisando demasiado con sus
creencias frente a un mundo de alta tecnología avanzada como lo es el béisbol
hoy día.
Ellos siempre creen que tienen un truquito, un secreto para hacerlo a
su manera, tienen el invento de una nueva rueda.
Pero es que no se puede negar
que siempre hay la tendencia a enamorarse de los hijos, a verlos de una forma
de grandeza sobre dimensionada que se sube hasta los niveles de orgullo, sobre
todo si los amigos, vecinos y familiares van inflando el orgullo definiéndolos
como “GRANDES Y GALANES”.
Pero esa situación empalagosa no es congruente con la
enorme cantidad de trabajo que se requiere para trascender del béisbol menor al
béisbol profesional.
Entonces es bueno saber que en el
béisbol no se seleccionan los peloteros en CASTINGS de galanes sino en TRYOUTS
de talento deportivo donde tienen que registrar rigurosas marcas mínimas,
demostrar habilidades, potencia, fuerza, velocidad, tecnología, agilidad y
rapidez mental precisa.
Aunque el documento instructivo del
béisbol menor Criollitos de Venezuela no contempla proyectar niños al
profesional, ya que sus objetivos están enfocados solamente como:
- deporte,
- entretenimiento,
- recreación y
- cultura,
- sin alcanzar el rol de academia deportiva dirigida hacia la alta competencia como lo dice claramente su texto, cierto es que detrás de todo ese propósito está la otra realidad de que la masa de talentos sí tiene ganas de hacer carrera profesional toda vez que al frente hay un sistema con grandes oportunidades de trabajo.
- De hecho, cuando se hace una encuesta alrededor de los niños y jóvenes peloteros en cualquier momento y cualquier lugar, alrededor del 90 por ciento piensa en las posibilidades de hacerse peloteros de grandes ligas.
Pero en el béisbol, si no se tiene el
nivel técnico requerido de cada herramienta exigida por las organizaciones
profesionales, no será posible trabajar en ellas.
Entonces cada pelotero del béisbol
menor debe hacer el grado en el marco de una fase de transición que se complica
a partir de la categoría pre-junior y hay peligros que deben anunciarse para
prevenir el fracaso precoz de quienes tengan intenciones de dar el gran salto,
siendo ésta la intención y objetivo fundamental de esta presentación.
Dicen que ojos que no ven corazón que
no siente.
Pero en el béisbol ojos que no ven corazón que sí siente. Y es que
andar un poquito ciego sin información, sin organización ni conocimientos es
muy peligroso ya que el tiempo es un gobernante que al principio es un buen
amigo pero si lo pierdes se convierte en el peor enemigo.
La sobrepoblación de peloteros en las
edades de 16 a 18 años que con frecuencia se observan en los tryouts, reflejan
claramente esta triste realidad debido a la limitada capacidad técnica que se
observa en el 95% de los participantes a pesar de haber tenido tanto tiempo por
delante para lograrlo con cómodo impulso desde los 11 años de edad.
Y de verdad hay un problema de
múltiples factores que están impidiendo el triunfo de la masa de talentos, no
solo del béisbol sino en todos los deportes.
Dichos factores en las publicaciones
siguientes.
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